Siempre quise ser una madre trabajadora. Me visualizaba en la puerta del colegio, con la merienda recién hecha, el auricular puesto terminando una reunión y la sonrisa perfecta esperando a las criaturas. Me veía con el traje de moda y el pelo sin canas, la piel cuidada y las piernas depiladas e hidratadas. Nada más alejado de la realidad actual, cuando llego derrapando a la puerta del colegio, he vuelto a olvidar la merienda y grito: "niñas, corred que llegamos tarde".

Durante un tiempo caí en la trampa, me creí que había madres de primera y madres de segunda. Madres que consiguen trabajar, cuidar y tener esa "vida perfecta" que nos vendieron en los 90. Como si mi madre, que renunció a su trabajo remunerado por cuidar de sus hijas y también de sus padres, no fuera una madre trabajadora. Y yo elegí ser madre de primera, claro y con esa exigencia aguanté solo dos años. Renuncié. Y de repente, una pregunta en mi cabeza: ¿qué diantres quiere decir "madre trabajadora"? ¡Qué daño nos hizo la educación del "poder es querer" y toda la pantomima que nos comimos sin rechistar!

Dejemos de usar el concepto "madres trabajadoras" porque no tiene ningún sentido, de verdad. Todas las madres, todas, trabajamos. Otra cosa es que el sistema no quiera reconocerlo porque le viene fenomenal tener el trabajo reproductivo, el trabajo de los cuidados invisibilizado, por los siglos de los siglos, amen. Lo que no se ve, no existe, lo que no existe, no se reconoce y lo que no se reconoce NO SE PAGA. Y con pagar no hablo solo de una transacción económica, que habría que replantearlo y lo sabemos porque ¿por qué si cuidas al hijo o la hija de otra persona te pagan y por cuidar del tuyo no? Teniendo en cuenta que cuidar de tus hijos en muchas ocasiones conlleva una renuncia al mercado laboral, porque dedicarte a las tareas doméstico-familiares de tu propia casa muchas veces no es compatible con tener un trabajo fuera de casa remunerado.

¿En qué momento hemos permitido que ser madres nos haga más pobres, menos válidas? ¿En qué momento hemos aceptado estas reglas del juego y además lo hemos comprado con todas las consecuencias que tiene para nosotras?

No es solo que no se reconozca nuestro trabajo del cuidado, no. No es que no nos paguen por una conciliación que salvamos como podemos y que le sale gratis al Estado. Es que además por ser madres nos quitan dinero si trabajamos por cuenta ajena y nos reducimos la jornada. Porque el sistema no nos permite si quiera adaptar la jornada y tener flexibilidad para poder compatibilizar ambos trabajos. "NO, mira, no es que no te lo vaya a poner fácil, es que te lo voy a complicar de tal manera, que lo mejor va a ser que renuncies, pares, te alejes y salgas de este sistema laboral en el que tú, como madre, ya no eres válida".

Y tú te vas, te alejas y encima te reconoces entendiéndolo: "claro, es que ser madre, trabajar dentro y fuera es tan difícil, que tengo que elegir".

Por eso cuando escucho hablar de la jornada de los 4 días a políticos, políticas, empresarios, empresarias de este país, me da la risa floja. Seamos serios y serias. Comencemos por el principio. Por reconocer los cuidados, por valorar la maternidad y dejar de hablar de una vez de "madres trabajadoras" porque TODAS y cada una de nosotras SOMOS MADRES TRABAJADORAS.