"La jornada continua en los colegios lastra el empleo de las madres y perjudica a los hijos". "La jornada continua es negativa para los niños/as y agrava la brecha de género"…

Con estos titulares nos despertábamos ayer. Y con el estudio que relaciona el calendario intensivo, que ya tienen 7 de cada 10 colegios en España, con la situación laboral de las familias, concretamente de las mujeres, las grandes perjudicadas cuando hablamos de cuidados y conciliación. El debate servido en bandeja para enfrentar posiciones entre aquellas personas que ven beneficios a la jornada intensiva y aquellas que proponen volver al modelo imperante anterior de jornada partida.

Cuando realmente no hay debate alguno. Las familias conciliamos como podemos, es decir, mal y con un coste económico, que le sale gratis al Estado, tengamos jornada continua o partida, pagando comedores, cuidadores o renunciando a nuestros sueldos. No voy a ser yo quien ponga en duda los datos de este estudio, pero sí el enfoque y los objetivos que persigue. No nos hace falta vincular las horas que pasan nuestros hijos e hijas en las escuelas con la brecha de género porque la desigualdad laboral entre hombres y mujeres es un problema muy profundo que afecta a todas las estructuras. En España, "gracias" a los horarios escolares y a las abuelas, las mujeres madres podemos trabajar y sobrevivir, pero no le llamemos conciliación a lo que hacemos, perdiendo sueldo y salud mental por el camino, por favor. Y sobre todo no juguemos a analizar si los niños y las niñas están mejor más o menos horas en los colegios, ¿qué tontería es esta? Los niños están mejor si la calidad de la enseñanza es buena y si mejoramos el sistema educativo, pero mejorarlo no es ampliar horas sin priorizar el contenido académico.

Si la jornada continua es la causante de la ampliación de la brecha de género y el empobrecimiento de la mujer cuando llega la maternidad, porque claramente seguimos siendo nosotras las que cargamos con los cuidados, lo primero que pensaríamos sin profundizar más sería: si volvemos a la jornada partida, mejoraría la situación de empleo de las madres. Y esto sería poner el foco donde no está la solución de la conciliación, liberando a los verdaderos responsables del compromiso y trabajo que tienen que hacer para que la situación cambie. Y dando por hecho que lo que queremos es trabajar más y más horas, delegar el cuidado y ser cómplices de una sociedad donde lo importante es producir y producir.

Leo el titular, leo el estudio, leo las opiniones y pienso… Nos engañan como quieren.

En España no existe la conciliación. La conciliación son las escuelas y las abuelas. La pandemia lo dejó claro y parece que no hemos aprendido nada. Ampliar horarios escolares, alargar jornadas en las escuelas, con extraescolares, comedor, ratitos más… NO es la solución a la situación de renuncia de las mujeres madres. Las madres costeamos con nuestros sueldos la falta de políticas públicas, de estructuras de apoyo a los cuidados, de un modelo laboral que ponga en el centro a las familias. Pero la solución no está en alargar los horarios escolares. Poner el foco ahí son parches a una sociedad sin futuro, nada sostenible, donde la maternidad sigue alzándose como un problema que no interesa solucionar.

Necesitamos trabajar de manera profunda en un cambio de modelo laboral. Hemos vuelto sin rechistar al presencialismo. El teletrabajo ya no sirve ni en las Administraciones Públicas y volvemos a tomar decisiones en las cañas de después del trabajo. De nuevo el modelo masculino donde las mujeres y sobre todo las madres no tenemos lugar. Al sistema le interesa una jornada continua porque sabe que quien va a renunciar somos nosotras y eso perpetua la hegemonía dominante y el sistema patriarcal que se resiste a revisar nuevos modelos laborales y sociales.

Por favor, no echemos la culpa de nuestra precariedad laboral y de la desigualdad que sufrimos las mujeres a la jornada continua y a las horas que pasan nuestros hijos e hijas porque es de risa, exijamos trabajar en un Plan Nacional de Conciliación, que responsabilice a los Gobiernos que son los que tienen que trabajar en políticas públicas y en planes corresponsables que permitan que las mujeres cuando son madres no sean apartadas y calladas con reducciones de jornadas, excedencias o renuncias porque los cuidados, esos que hacemos de puertas para dentro, son también un trabajo. Y la vida, señores que gobiernan, depende de esos cuidados. No quieran entretenernos ahora en abrir un debate de si jornada continua o partida es mejor en vez de trabajar en un modelo laboral donde primen las jornadas continuas, los turnos no partidos, la flexibilidad horaria, las redes formales del cuidado, los planes de reincoporación laboral, las bolsas de horas corresponsables y sobre todo el compromiso de querer trabajar por una sociedad con futuro, donde las madres no tengamos que ser el punto de mira y las grandes perjudicadas siempre, por una sociedad donde la mujer pueda elegir sin ser penalizada y donde el hombre de una vez sea parte del sistema de cuidados y no se dedique a hacer estudios para confirmar algo que ya sabemos.

Porque quienes paran su carrera para cuidar siempre somos las mujeres. Pero la conciliación no depende de los horarios escolares. ¿De verdad la única solución es que los niños y las niñas pasen más horas en el colegio?

Y mira que yo a veces, como buena Malamadre confesa, las dejaba a cenar y dormir, pero por mi salud mental, no como solución a una conciliación que no existe y que a nadie parece importarle de verdad. Si las mujeres paramos nuestra carrera profesional cuando somos madres no es por culpa de los horarios escolares. Son los horarios laborales los que se tienen que adaptar al cuidado, no al revés.