No hace mucho que Javier Maroto desató la polémica al declarar que "uno de los principales problemas de la violencia de género son las denuncias falsas". Son casos mínimos, pero el vicesecretario de Organización del PP se mostró muy preocupado. Bien haría Maroto en ver ahora que, para problema y caso "fake", el del descrédito que causa en la política su jugada de no conseguir ser diputado por el País Vasco y terminar como senador por Castilla y León.

Nos quieren hacer creer que Javier Maroto, como Paco Martínez Soria, ha pensado que "La ciudad no es para mí" y se ha empadronado en Sotosalbos. Con el empadronamiento en el pueblo segoviano, el dirigente del PP pasa de no lograr escaño por Álava en el Congreso, porque no le votaron, a sentarse en el Senado por designación, con los votos del Partido Popular y de Ciudadanos en Castilla y León.

El partido de Rivera promete regenerarnos y actuar contra "la banda", pero depende de cuándo y dónde. En Castilla y León, Ciudadanos ha terminado permitiendo que siga gobernando un PP que arrastra varios casos de corrupción y que, como uno de sus primeros gestos, envía a Maroto al Senado, tras fracasar en Euskadi, en representación de los castellanos y leoneses. Exportación de talento y lucha contra la despoblación.

Sotosalbos ya tiene un vecino más. Por ahora, en los papeles, porque por allí a Maroto no le han visto. Será que andará por casa creando un legado cultural para la posteridad. El presidente de Castilla y León ha comparado al vicesecretario del PP con Unamuno: "También era vasco y defendió como nadie esta tierra". Pues nada. Habrá un antes y un después para Sotosalbos. Una calle ya para Maroto, como para el Agustinico en la película de Martínez Soria.

Será casualidad que Javier Maroto se haya empadronado en el pueblo de uno de los hombres fuertes del PP en esta región. Será coincidencia que lo haya hecho poco antes de sentarse en el Senado. En la "cámara alta" se cobran 2.981 euros al mes como asignación general, más 1.919 euros libres de impuestos al ser senador por circunscripción distinta a Madrid. Si es portavoz de grupo serán 2.830 euros mensuales más, presidir una comisión son otros 1.516 euros al mes, con las dos pagas extraordinarias, viajes, despacho, asistente, móvil, tablet…

No se amontonen. Pónganse a la cola. Un nivel de vida como el de Javier Maroto no se lo dan a cualquiera que llegue a Sotosalbos. Solo a los "unamunos" de la vida. A los luchadores por las causas justas. Pablo Casado nos dice que la elección de Maroto es por España. El líder del PP en Castilla y León afirma que ha sido "pensando en lo mejor para esta comunidad, porque lo importante no es dónde se vive, sino el compromiso que se tiene".

Si alguno tiene la tentación de aspirar a lo mismo, que se contenga, que atienda a la doctrina Maroto, lo que el político del PP decía hace unos años en Vitoria: "Hay que frenar el efecto llamada", porque Javier Maroto alertaba contra "los que se empadronan para recibir ayudas de forma fraudulenta". Javier Maroto exigía "que se supervise el padrón para comprobar si coincide con la residencia efectiva". No se hable más.

Los que han tenido que irse de Castilla y León porque no había trabajo, los que conocen el papeleo para aspirar a ayudas sociales, para matricular a un hijo en la escuela, para el médico, para las subvenciones… Todos y, por supuesto, el propio Maroto, viendo lo que decía hace unos años, están clamando para que se cumpla en él su palabra. Digámoslo claro: su designación como senador por Castilla y León ha sido una cacicada.

Javier Maroto se lamentaba hace poco de que "hay muchas personas que conocen casos de mujeres que mal utilizan la ley (de violencia de género) para obtener réditos". Con la operación para hacer de Maroto un senador por Castilla y León hay rédito y, cuando menos, una jugada fea y retorcida en beneficio de su señoría. Por eso, a los que nos fuimos de un pueblo de Castilla y León, que sufre despoblación, envejecimiento y falta de oportunidades de trabajo, nos molesta especialmente que quieran vendernos la moto de Maroto.