Elementos punzantes, pinchos de hormigón, defensas, jardineras... el urbanismo se ha vuelto contra los vecinos de las ciudades. No podemos descansar, apoyarnos o siquiera detenernos en lugares antes pensados para ello. ¿El motivo? Son lugares de propiedad privada. Vayan ustedes a las terrazas a consumir, no se sienten en mi portal, no se detengan aquí. Molestan.

Una nueva muestra de insolidaridad que afecta sobre todo a los más vulnerables. A los que no les queda otra que dormir en la calle. A los que no pueden acceder a un refugio por hallarse atestado y desbordado.

Antes, esas personas podían aprovechar para dormir en una zona aporticada, un lugar de paso resguardado del frío y la lluvia. Pero, ¡ay! Ahora hay una oficina bancaria en frente, y la imagen de una persona sin hogar descansando sobre un cartón es mala para el negocio. Nos recuerda nuestro fracaso como sociedad. Hagamos lo posible para echar a esa persona que además nunca será cliente de este banco. Invadamos su espacio, que es de todos. Unas horrendas jardineras con flores de plástico le impedirán volver a tumbarse aquí. Es un 'sinhogar', no tiene cabida en nuestro barrio.