"Menos mal que el hospital de Vigo tiene cargador, si no tendría que hacer noche fuera por culpa del coche". "El otro día tenía que hacer una visita con un compañero de Ourense y tuvimos que ir cada uno en su coche porque la batería no me llegaba para ir a recogerlo y llegar a la cita". "Antes iba y volvía en el día cuando bajaba a Oporto, pero ahora los kilómetros no me dan y tengo que dormir fuera, así que veo menos a mi hija". "Llegué tarde a una cita porque en la electrolinera tenía dos coches por delante y estuve media hora esperando". "Cuando bajan mucho las temperaturas tengo que contar con unos 100 km menos de autonomía, así que también tengo que estar pendiente de la predicción meteorológica para organizarme".

Trabaja en un laboratorio del sector sanitario y lleva todos los hospitales de Galicia, Asturias y norte de Portugal. Hace un mes cambiaron la flota de automóviles de todo el equipo comercial por coches 100% eléctricos. La multinacional quiere ser más sostenible y con ello mejorar su imagen. Por eso ahora tiene que planificar la ruta del día en función de los puntos de carga. Es una de las personas más calmadas que conozco, pero desde que le cambiaron el coche tiene pesadillas con que no llega a ninguna parte y no alcanza los objetivos. La realidad es que por culpa del nuevo coche hace menos visitas al día y tiene que pasar más noches fuera, lejos de su hija, así que además de reducir su productividad, lo más importante es que ha perdido calidad de vida. Elcoche eléctrico es un sacrificio económico, profesional y personalpor el bien del medioambiente. ¿Por el bien del medioambiente?

El pasado 14 de febrero el Parlamento Europeo votó a favor de prohibir la venta de coches con motores de combustión a partir de 2035, con 340 votos a favor, 279 en contra y 21 abstenciones. La propuesta se ha llamado Objetivo 55 porque con ello se pretende reducir el 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero. Esta no será la última votación; al proceso todavía le queda un último trámite con la votación en el Consejo Europeo, y de aprobarse será entonces cuando se publique en el Diario Oficial de la UE.

No obstante, aunque en Europa se tomen estas medidas, si los países más contaminantes no colaboran –China, India y Estados Unidos– el impacto sobre el cambio climático será mínimo. En esta medida haymás propaganda que ciencia: según elinventario nacional de gases de efecto invernaderopublicado en 2023, basado a su vez en los datos de los últimos informes del IPCC, el sector energético es el responsable del 74,80% de las emisiones de gases de efecto invernadero medidas como CO2 equivalente. Dentro de estas actividades, el de mayor contribución es el transporte, que representa el 29,60% de las emisiones del sector energético y, por tanto, el 22,14% del total de emisiones. A su vez, el transporte por carretera que se realiza con turismos con motor de combustión representa casi el 5% de las emisiones. De modo que idealmente retirar todos los vehículos supondría un ahorro de solo el 5% de las emisiones.

Este porcentaje es realmente bajo, pero si además tenemos en cuenta que Europa representa tan solo el 20% del parque automovilístico mundial, la reducción de emisiones que se lograría cambiando toda la flota de coches con motor de combustión por coches eléctricos tan solo alcanzaría el 1%.

A la vista de los datos, es imposible que el Objetivo 55 se alcance con esta prohibición. Además, hay que tener en cuenta que los coches eléctricos no son neutros en CO2 y tienen su propia huella de carbono: la fabricación, la extracción de los elementos químicos necesarios para las baterías, el reciclaje y sobre todo la carga del automóvil implican emisiones de gases de efecto invernadero. Por eso para analizar el impacto medioambiental de cualquier tecnología no solo hay que tener en cuenta su uso, sino que hay que hacer el cálculo completo, para eso está el Análisis de Ciclo de Vida (ACV) donde se mide la huella ecológica en todas las etapas del producto.

La fuente de energía con la que se cargan los coches eléctricos es clave, porque si la energía proviene de combustibles fósiles como por ejemplo gas o carbón, las emisiones de CO2 serán prácticamente equivalentes entre un coche eléctrico y uno a combustión. La única diferencia entre los dos coches está en si la combustión se realiza antes en una central térmica o si la realiza el propio coche. Por eso, para que el coche eléctrico de verdad suponga una reducción de emisiones, la fuente de energía primaria que se le suministra tendría que proceder de una fuente limpia como la energía nuclear o las renovables, algo que hoy en día no se garantiza.

El coche eléctrico ilustra a la perfección aquello de "poner el carro delante de los bueyes". No tenemos ni la infraestructura de carga ni las fuentes de energía limpia suficientes para adaptarnos con éxito a un cambio así. Fabricantes como Mazda, BMW, Renault, Porche o Toyota consideran que apostarlo todo al eléctrico es un error, y por eso tienen líneas de I+D+i en colaboración con la industria de la energía con propuestas de motores híbridos, con combustibles sintéticos, biocombustibles o hidrógeno. La población tampoco podrá soportar el sobrecoste de cambiar de coche, y más sabiendo que el aumento de precios ronda actualmente el 40%. Así que tengo la sospecha de que la prohibición no va contra los coches con motor de combustión, sino contra el sector automovilístico en general.

Con esta prohibición los principales beneficiarios serían precisamente los países más contaminantes, ya que es allí donde se extraen las materias primas imprescindibles para fabricar coches eléctricos. Con esto Europa perdería independencia y soberanía; nuestra salud económica e industrial, así como nuestra calidad de vida, sería aún más dependiente de países con los que no compartimos ni código moral. Así que por razones científicas, económicas y éticas, espero que la propuesta europea de prohibir los coches con motor de combustión no llegue a aprobarse, porque de ser así estaremos condenados.