Cambiar la vieja pantalla de plasma por un nuevo televisor OLED porque consume menos energía. Cambiar el coche diésel por uno eléctrico. Cambiar la lavadora por una con clasificación energética triple A. Cambiar todo lo viejo por algo nuevo, más eficiente energéticamente. También más caro.

El cambio climático es para el 51% de los españoles uno de los problemas más serios a los que se enfrenta la humanidad. El 83,6%lo califican de problema bastante grave o muy grave. Según un estudio de GlobalWebindex, 6 de cada 10 millennials (22-35 años) están dispuestos a pagar más por productos más sostenibles, seguidos por el 58% de la Generación Z (16-21 años) y el 55% de la Generación X (36-54 años). Casi la mitad (46%) de los Baby Boomers (55-64 años), están dispuestos a pagar un tique mayor si los productos son más respetusos con el medioambiente.

Se hacen fuertes sacrificios económicos en nombre del medioambiente. También sacrificios vitales. Limitar los viajes de ocio para reducir la huella de carbono personal. Restringir el consumo de carnes. Pasar frío o pasar calor por limitar el uso de la calefacción y el aire acondicionado. Hasta decidir no tener hijos por su impacto en el cambio climático. Supongo que lo que ahorras dejando de vivir lo puedes invertir en un televisor OLED que se adapte a la nueva normativa europea de consumo energético.

Hace un par de semanas un amigo que regresaba de un viaje por Vietnam y alrededores me contaba horrorizado cómo allí no se gestionan los residuos, no hay papeleras, la gente tira sus residuos domésticos directamente al río y las playas están repletas de plástico. "No es que haya cuatro botellas de plástico flotando en la orilla, es que la arena está sepultada bajo un vertedero de plástico. Me siento culpable cuando me olvido de llevar mi propia bolsa al supermercado, y luego me encuentro con esto. Me siento estafado".

El 80% de los residuos marinos son plásticos. Cada año acaban en el mar más de diez millones de toneladas de plástico. Más de ocho millones de toneladas, el 80% del plástico que acaba en el mar, procede de China, seguida por Indonesia, Malasia o Vietnam.El gran vertedero de plásticos que acaba llegando al resto del planeta por la circulación termohalina está en el mar de China.

Los países con más desigualdades sociales son quienes peor gestionan sus residuos. Por detrás de Estados Unidos, los principales emisores de gases de efecto invernadero son China, Rusia, Brasil e Indonesia. Correlación no implica causalidad, pero casualidades las justas. Los países con más ciudadanos con bajo poder adquisitivo y con importantes desigualdades socioeconómicas contaminan mucho. Va a ser que la pobreza contamina.

Además de una cuestión de diferencias entre países, es una cuestión de clases sociales. Los televisores que más energía consumen son los más baratos. Los televisores OLED son más caros que los LED, y estos más caros que los de plasma, que ya ni se fabrican. El precio es inversamente proporcional al consumo energético. El mismo fenómeno se da con la mayor parte de la tecnología y los electrodomésticos, que los más eficientes son también los más caros. El compromiso con la causa ecologista es un lujo para la clase obrera. Va a ser que la pobreza contamina.

Para adaptar el consumo a las nuevas demandas de la UE, habrá que apagar el HDR del televisor LED, que consume mucho, y dejar de ver cine tal y como fue concebido por sus creadores, con menos luz y menor rango cromático. Algo así como ver en blanco y negro películas que fueron hechas en color. Sacrificios económicos, vitales y hasta culturales en nombre del clima.

La otra pregunta es si estos sacrificios individuales de verdad tienen un impacto significativo en el medioambiente. La realidad es que hay más propaganda que ciencia. Sin señalar quiénes son los principales responsables de la crisis climática, sin señalar cuál es el impacto real de cada medida y sin tener una perspectiva socioeconómica realista, se está usando la excusa de "la ciencia" para exigir a los ciudadanos que hagan más, que se sacrifiquen más, que paguen más. La justificación es “la ciencia”, la herramienta de control es la culpa. Vivir sin sentimiento de culpa medioambiental es caro, solo está al alcance de quien se lo puede permitir.