Santiago Abascal es un demagogo. Según el diccionario, lo es quien emplea halagos, falsas promesas que son populares, pero difíciles de cumplir, y otros procedimientos similares para convencer al pueblo y convertirlo en instrumento de la propia ambición política.

El líder de VOX se plantó ayer en Ceuta, a raíz de la última crisis migratoria con Marruecos. En su cuenta de Twitter, junto a un vídeo que mostraba el baño de masas que se dio al aterrizar al grito de "¡Santiago, grande, viva España!", escribía: "Estamos con vosotros. No os vamos a dejar solos. Ceuta es España. Vamos a recuperar nuestra prosperidad y seguridad, vamos a defender nuestras fronteras, vamos a expulsar a todos los invasores enviados por el gobierno marroquí". Dicho así, parecía que él mismo estaba entrando en la ciudad para echar personalmente a los recién llegados.

Cualquier político serio sabe que generalmente las crisis no tienen soluciones tan fáciles, pero que en ese ambiente de miedo y preocupación que hay en Ceuta, esas afirmaciones suenan sin duda categóricas y esperanzadoras. Mucho más que los balbuceos de la ministra de Exteriores. Abascal, en su cuenta de Twitter, también publicaba una foto, rodeado de "una compañía de los regulares que van hoy mismo a defender nuestras fronteras, nuestra seguridad y nuestras libertades".

Al líder de VOX no se le puede negar coherencia y tenacidad en su discurso contra los inmigrantes. Ya en Madrid hicieron campaña con un cartel abyecto sobre los gastos que origina tutelar a un menor no acompañado y lo que, al mismo tiempo, cobra tu abuela de pensión. Pero decir "vamos a..." sin decir cómo exactamente y en este contexto, evidencia la actitud enérgica, pero facilona, del que sabe que no tiene que tomar decisiones, ni gobernar. Si fuera tan fácil, no se producirían nunca avalanchas descontroladas de personas buscando una vida mejor.

El presidente de Ceuta, al igual que Abascal, habló de la "percepción de invasión" que tenían en estos días los ciudadanos de Ceuta, pero en ningún caso sonaba tan agresivo como el líder de VOX.

Las personas que llegaron a Ceuta a nado fueron vilmente utilizadas por Marruecos como estrategia de presión al ejecutivo de Pedro Sánchez. Es de una deshumanización que pone los pelos de punta. Es, para ellos, un juego: ahora pasas, ahora no pasas.

Yo no tengo ni idea de cómo se solucionan esta clase de conflictos que, en mayor o menor medida, han tenido que afrontar todos los gobiernos españoles. Da la sensación de que éste lo podría haber hecho mejor, al menos en lo que a la vertiente diplomática se refiere. A Sánchez le recibieron por allí con abucheos y la ministra González Laya está siendo cuestionada por todos. Pero decir, como hizo Abascal mientras entraba en Ceuta, "vamos a expulsar a todos los invasores" cuando no tienes ninguna capacidad política para hacerlo, es un brindis al sol. Habrá personas que legítimamente pensarán que ésta es la solución a sus problemas. No obstante, conviene no olvidar nunca que para los dirigentes políticos, es mucho más fácil criticar que gestionar.