La izquierda puede ensimismarse en sus propios proyectos o ser útil para la ciudadanía. Todos los movimientos parecen advertir que nos toca una fase de ensimismamiento y construcción identitaria de voluntades. Un desastre. Las elecciones en Galicia son la avanzadilla de una dinámica inútil de irrelevancia institucional basada en la construcción política de proyectos con escasa capacidad transformadora y que sirvan de freno de quien sí tiene posibilidades de producir mejoras sustanciales para los derechos de los más vulnerables. Es más fácil ser freno que motor y mucho más fácil destruir que construir. Ese es el futuro de la izquierda poscomunista para la próxima década.

Las encuestas en Galicia no son nada halagüeñas para la izquierda y puede que ese análisis haya hecho que se dé por imposible la construcción de una alternativa al PP con capacidad para quitarles el gobierno y dar un golpe de gracia a Alberto Núñez Feijóo que sería estratégico. Puede que sea el derrotismo lo que les mueve, pero también les asiste una competición suicida entre iguales para competir por los restos del banquete. Sumar y Podemos están en una carrera a ninguna parte compitiendo entre ambos, ya da igual quién sea el responsable, que solo tendrá como resultado la incapacidad para lograr gobiernos de progreso como quedó demostrado en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Lo honesto, lo responsable, lo útil sería dejar en cada territorio que se presente la fuerza con más posibilidades para crear un gobierno alternativo a la derecha.

Sumar ha presentado a Marta Lois como candidata a las elecciones en Galicia vía dedazo y Podemos se encuentra inmerso en sus primarias inducidas por la dirección para elegir un candidato ya designado. La democracia en los partidos siempre fue un engaño masivo para incautos. Ninguno tiene posibilidades de lograr un resultado efectivo para el objetivo que tendría que mover a una izquierda que se presenta a unas elecciones, que es la consecución del gobierno o empujar en esa dirección. Si algo queda claro es que con tres opciones de izquierdas a la izquierda del PSOE no hay ninguna posibilidad de lograr quitar al PP de la Xunta. Sumar y Podemos tendrían que renunciar a presentar listas en Galicia y dejar el camino libre al BNG por ser la única fuerza con suficiente instauración en el territorio para poder ser competitivo y con potencia suficiente en las encuestas para tener una mínima esperanza de éxito. La apuesta de la izquierda en España para Galicia tendría que ser Ana Pontón y no un par de listas con la única aspiración de lograr un diputado en el Parlamento de Galicia y competir entre sí para ver quién es más irrelevante.

Podemos está destruido y Sumar no consigue arrancar la construcción de un proyecto al margen de lo electoral. Yolanda Díaz no lo tiene fácil para crear cuando el enemigo lo tiene precisamente en el lugar desde el que quiere construir, pero eso no puede ser una excusa cuando has asumido el proyecto siendo consciente en su momento de las dificultades que habría. Los errores cometidos ahora son los suyos y es necesario abrirse más para la construcción de un proyecto popular que no elija a sus representantes del mismo modo erróneo con el que ella fue designada. Las primarias son un camelo tal y cómo las configuró Podemos, pero eso no puede hacer que la elección de candidatos y dirigentes no esté basada en un proceso que tenga una mínima validación democrática. En Sumar no hay proceso participativo ni interno ni asamblea ni dirección delegada. Todo se hace con la premura de la coyuntura y eso asegura la derrota futura.

No se puede construir una izquierda alternativa desde las urnas, por eso es un error basarlo todo en lo electoral y creer que eso es firme y consistente en el tiempo. La creación de un proyecto serio precisa de mirada a medio y largo plazo, para ello es necesario implementarse en los territorios y comenzar a construirse desde lo local, desde la base, en los barrios y en los pueblos. Lo más difícil de hacer en la política es lo más fuerte y persistente. No se puede renunciar a los cimientos de la construcción popular, del tejido social. Las urdimbres de lo colectivo son lo que sostiene a la clase trabajadora en los tiempos difíciles. Podemos no supo hacerlo y eso le llevó a la irrelevancia en la calle y lo social cuando el ciclo político de expansión se agotó, el mismo error está cometiendo Sumar y no augura nada bueno.