Este artículo nace precisamente del hastío y el agotamiento. Llevamos un mes encerrados y con la necesidad constante de ser productivos. Busco en mis libros referencias, leo textos y la prensa, persigo enfoques diferentes. Las redes me consumen tiempo en la difusión mientras manejo el odio en ellas. Leo a expertos, escribo a epidemiólogos, médicos y virólogos para que me aclaren dudas por si es preciso en algún momento que tenga que usar ciertos datos. Entre medias tengo que defenderme de la extrema derecha, de las difamaciones y las mentiras, de los insultos y amenazas. Me escribe una compañera que estos días está sufriendo el mismo ataque para avisarme de que la portavoz de VOX me ha señalado públicamente en TVE difamándome. Cuando un líder de VOX hace eso automáticamente se suceden 24 horas de amenazas, humillaciones, insultos y calumnias. Desde cuentas bots, pero también desde las oficiales y desde las de periodistas a su sueldo.

No recuerdo un señalamiento público de una líder de la tercera fuerza política a un periodista que ha publicado decenas de información críticas irreprochables sin que se monte un escándalo mediático. Esto lo deberían saber los lectores, existen periodistas e ideologías que tienen permitido poner una diana, y existen otros que pueden sufrir cualquier amenaza y escarnio siendo una nota al pie que ponga el foco en sus opiniones. No plegarse ante la extrema derecha tiene más costes que beneficios en este país. Y viene acompañado de un estruendoso silencio corporativo. Hay mucho divo periodístico que preferirá mantenerse al margen antes que tomar partido entre el fascismo que señala y el periodista señalado.

Ustedes comprenderán lo que ocurriría si Oskar Matute tuviera la ocurrencia de hacer con Jorge Bustos lo que Macarena Olona hizo ayer en los Desayunos de TVE. De la Audiencia Nacional y el debate sobre la ilegalización no hubiéramos bajado. Pero todos aquellos periodistas, medios y asociaciones que firmaron una carta por la libertad de prensa cuando el Gobierno decidió un sistema de preguntas manifiestamente mejorable tampoco salieron a defender a La Marea cuando ese sistema cambió y le tocó preguntar por sorteo. Patricia Simón preguntó al Gobierno sobre las medidas de protección a los trabajadores en los sistemas públicos de transportes y el ataque a la revista independiente se convirtió en el objetivo de la extrema derecha. De hecho algunos de ellos, jefes de opinión en sus periódicos, difamaron insultando al medio por preguntar lo que ellos jamás harían, porque a ellos nunca les han preocupado los trabajadores.

Somos esenciales, dice el Gobierno. Algunos más esenciales que otros. Yo sé que no soy esencial, solo un trabajador más de los medios, de los que no tienen miedo a que un programa matutino me quite la silla por sacarle los colores a Díaz Ayuso con informaciones deshonrosas sobre UCIs cerradas. Solo uno más. Pero sí sé encontrar el trabajo esencial sin mirar el medio que les paga. Pablo R. Suanzes, Alberto Rojas y Rodrigo Terrassa en El Mundo, Belén Remacha y Ana Ordaz en eldiario.es, Maria Zuil, Jesús Escudero y Alfredo Pascual en elconfidencial.com, Dani Domínguez y Patricia Simón en LaMarea.com, Antonio Martinez Ron en Vozpopuli, Danielle Grasso, Kiko Llaneras y Pablo de Llano en El País, Nacho Llorente en Apuntes de Clase. Y muchos más.

Es época de ser ultraproductivos. Yo me conformo con observar a los que callan cuando el odio aprieta y leer a quienes saben. Y, al menos, dormir 6 horas cada día con la conciencia tranquila.