David Uclés lo advierte desde el prólogo: "Lo narrado se encuentra entre la realidad y lo imaginado".

En La península de las casas vacías, la Guerra Civil aquí no transcurre en España sino en Iberia, tampoco en la jienense Quesada (el pueblo natal del autor) sino en Jándula. Desde esas coordenadas ficticias David Uclés nos sitúa en una ficción que nos hipnotiza desde la primera página.

El legado de los que lo vivieron

El punto de partida son esas historias que el abuelo de Uclés le contaba. Pero en los quince años en los que escribió y reescribió la novela (de los 19 a los 34 años), fue topándose con centenares de testimonios que hablan de los folclores y supersticiones de diferentes pueblos. La magia se produce cuando, al leerlo, no sabemos hasta qué punto muchas de esas memorias, que parecen fruto de la desbordante imaginación del autor, son o no tradiciones reales.

"En mi pueblo, antiguamente, cuando una mujer estaba a punto de morirse, si todavía tenía fuerzas, ella misma se cosía el vestido que usaría de mortaja. Pero si sobrevivía, el día de la romería lo estrenaba y encabezaba la marcha. El lector quizás piense que es realismo mágico, pero en realidad es superstición de los pueblos, la novela tiene mucho de costumbrismo", revela el autor. "Y quizá es con lo que más he disfrutado, descubrir ese realismo mágico que está en nuestra naturaleza".

Precisamente, 'La romería de Tíscar' ilustra la cubierta del libro. Es obra de Rafael Zabaleta, artista que nació y murió en su pueblo y a quien también rinde homenaje. "Era coetáneo de Picasso y amigo de mi abuelo. Además de ser vecino del pueblo es casi un familiar, necesitaba que estuviera en la portada". Otro de los grandes aciertos de la prosa es esa figura de narrador omnisciente.

Uclés: escritor y artista

Pero si el libro es fascinante, su autor no se queda atrás. En la charla que mantenemos con él nos regala esta particular carta de presentación: "Yo nunca he tenido una nómina".

"En verano toco al lado de la catedral de Santiago y con lo que gano luego me pago la vida en Madrid"

Asegura que capea como puede la precariedad que afecta a su generación y que intenta conciliar su faceta de escritor con sus otras vocaciones artísticas. "Siempre he trabajado dando clases particulares o tocando en la calle. Me voy a Santiago de Compostela en julio y agosto desde hace muchos años y toco al lado de la catedral el acordeón, el arpa y la guitarra; y con lo que gano luego me pago la vida en Madrid", apunta el Uclés, que además de escritor también es músico y dibujante.

Y puede que su mayor hazaña no hayan sido las casi 700 páginas de una ficción que embelesa y atrapa a partes iguales, sino todo el proceso de recopilación de datos e investigación que emprendió para abonar la novela. Nos muestra incluso un mapa de esa Iberia que evoca su ficción, lleno de flechas y nombres (ahora sí, reales).

Proteger la memoria

Son todos los lugares que recorrió gracias a la beca Leonardo que le financió esta labor de campo. "Me hice un recorrido de 25.000 kilómetros. Fui a todos los lugares importantes donde ocurrió algo durante la guerra y eso me permitió madurar mucho el texto", cuenta emocionado.

Se señala los vellos de punta cuando recuerda algunos de los testimonios que pudo recopilar. "Hablé con un hombre que tenía más de 100 años que iba en una silla de ruedas, en Badajoz. Le pregunté por la masacre de la Plaza de Toros y se puso a llorar. Me contó que recordaba a su padre explicándole lo que había visto y para mí ese es el mayor testimonio. No hay historiador o libro de texto que te iguale esa experiencia porque yo la viví a través de ese hombre", relata..

"Quiero luchar por una memoria histórica fuerte. Estoy muy concienciado, incluso me emociona"

Gracias a esos testimonios vivió en primera persona los pasajes históricos en los escenarios reales, pero también echó mano de su imaginación para ponerse en la piel de quienes lo padecieron. "Yo que soy muy espiritual además me sentaba en esos lugares y, a veces, me ponía los auriculares con ruido de bombas e intentaba imaginarme lo que habían sentido ellos", revela Uclés.

Preguntado sobre por qué decide adentrarse en un terreno tan trillado como es la Guerra Civil su respuesta es contundente: "Quiero luchar por una memoria histórica fuerte. Estoy muy concienciado, incluso me emociona. Creo que falta un poco de pensamiento crítico político en nuestra generación. El otro día me encontré con un grupo de personas jóvenes, ni llegarían a la mayoría de edad, cantando el 'Cara al sol'. A esas edades son como esponjas y ayudaría que vieran la guerra en algo más que dos páginas de los libros de texto; a lo mejor los jóvenes serían más conscientes de lo que ocurrió y no serían un caldo de cultivo para la extrema derecha", denuncia el autor.

Los bisnietos de la guerra

Señala a la lectura como la mejor herramienta para fomentar ese pensamiento crítico, y en ese sentido, presenta su libro como un antídoto apetecible para sus coetáneos, a los que denomina los 'bisnietos de la guerra': "Creo que puede ayudar a atraer desde otro punto de vista a lectores distintos, no es una novela más sobre la Guerra Civil. Los de mi generación podemos acercarnos al conflicto desde un estilo creativo más libre, sin esa mochila que pesa, sin esa ley del silencio que se instauró", explica el escritor.

"Los de mi generación podemos acercarnos al conflicto desde un estilo creativo más libre"

Su libro es un homenaje a esos tatarabuelos que lo perdieron todo, también la vida, y que vivieron ese oscuro periodo en una España que terminó siendo La península de las casas vacías, como la llama Uclés. Difícil evocar mejor el estado de destrucción absoluta en el que quedaron los pueblos tras ser arrasados.