La frontera entre Israel y los territorios palestinos, incendiadas de nuevo por protestas tras la masacre que las fuerzas israelíes perpetraron a lo largo de sus 64 kilómetros y medio. Sobre todo, contra quienes se acercaban al paso fronterizo de Kalandia, próximo a la sede estadounidense.

Mientras en la flamante embajada se celebraba y hablaba de paz, a unos pocos kilómetros los sonidos eran otros: los de los disparos y bombardeos de Israel, que aplastaban las multitudinarias manifestaciones palestinas. Sin contemplaciones, entre las docenas de tiroteados hay muchos niños, y los heridos se cuentan por miles.

Naciones Unidas se reúne de urgencia mientras llama la atención la tibieza de la condena europea. "Quiero hacer un llamamiento a parar el uso de la fuerza, especialmente de la fuerza desproporcionada", dice el Ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis. Ha sido la jornada más cruenta para los palestinos, que en su último mes y medio de manifestaciones suman ya 107 bajas, a manos israelíes.