Israel ha anunciado este miércoles que permitirá que se entregue ayuda humanitaria a la Franja de Gaza, pero solo en cantidades limitadas y a través del paso fronterizo de Rafah. Se trata de la primera concesión en un asedio total de once días contra el territorio. Sin embargo, llegará, previsiblemente, este viernes y con restricciones porque no admite la entrega de combustibles, algo que necesita urgentemente la ciudad asediada para el funcionamiento de los hospitales.

El anuncio de permitir el ingreso de agua, alimentos, medicamentos y otros suministros se ha producido tras la visita del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Israel. Es el único compromiso que ha podido arrancar el mandatario, mientras la furia por la masacre en el hospital Al Ahli se propaga por el Medio Oriente. Biden ha explicado que el presidente egipcio, Abdelfatah Al Sisi, había accedido a abrir el paso fronterizo de Rafah y a permitir la entrada de un primer grupo de 20 camiones con ayuda humanitaria.

Sin embargo, esta ayuda nace desde la limitación. El propio Biden ha sostenido este miércoles que si Hamás confisca la ayuda, "se acabará". "Israel aceptó que la ayuda humanitaria pueda empezar a circular de Egipto a Gaza. Seré claro: si Hamás desvía o roba la ayuda, habrá demostrado una vez más que no le preocupa el bienestar del pueblo palestino", ha señalado tras acordar el paso con el presidente egipcio. Además, los suministros entrarán bajo la supervisión de la ONU, según ha anunciado el ministro egipcio de Asuntos Exteriores, Samih Shukri, a la cadena de televisión Al-Arabiya.

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha señalado que la decisión se ha aprobado tras una petición de Biden. Asimismo, ha argumentado que Israel "no frustrará" las entregas de alimentos, agua o medicinas procedentes de Egipto, siempre y cuando se limiten a los civiles del sur de la Franja de Gaza y no vayan a parar a los combatientes de Hamás: "Cualquier suministro que llegue a Hamás se verá boicoteado". En su declaración, no hace ninguna mención al tan necesario combustible.

Israel, asimismo, ha asegurado que "no permitirá ningún tipo de ayuda humanitaria desde su territorio a la Franja de Gaza mientras no se devuelva a los rehenes". Además, ha exigido que la Cruz Roja "pueda visitar a sus secuestrados" y ha anunciado que están trabajando "para movilizar un amplio apoyo internacional a esta petición".

A cuentagotas

El Gobierno egipcio ha reiterado que el cruce está abierto por la parte egipcia, pero por el lado palestino está cerrado porque aún no cuenta con el permiso de Israel y porque el camino está destrozado debido a al menos cuatro bombardeos que ha lanzado el Estado judío desde el pasado 7 de octubre. Incluso, el paso fue atacado por Israel cuando los obreros estaban trabajando para repararlo, lo que provocó que cuatro trabajadores egipcios resultaran heridos, ha revelado el ministro de Exteriores egipcio. Por ello, Egipto aún debe reparar la carretera que cruza la frontera que fue destrozada por los ataques israelíes.

La ayuda, además, de 20 camiones es poca teniendo en cuenta la situación de la ciudad, tal como lo ha señalado Raquel Martí, directora del comité en España de la agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina (UNRWA). De hecho, en Rafah, el único paso fronterizo que no controla Israel, hay más de 200 camiones y unas 3.000 toneladas de ayuda listos para entrar, según ha asegurado el director de la Media Luna Roja para el norte del Sinaí, Khalid Zayed. Estos camiones de organizaciones no gubernamentales egipcias siguen esperando a que se abra el cruce y los voluntarios han asegurado a EFE que no tienen miedo y que esperarán "un mes, tres o lo que haga falta".

Una ciudad asediada

La entrada de ayuda humanitaria se produce en un contexto en el que Gaza se encuentra colapsada porque Israel suspendió el suministro de agua, electricidad, combustible y otras provisiones a Gaza. Lo hizo poco después de que combatientes de Hamás atacaron comunidades del sur de Israel el 7 de octubre. A medida que se agotan los suministros, muchas familias de Gaza se han visto obligadas a hacer una comida al día y han tenido que recurrir a agua no potable. Además, la falta de combustible ya ha colapsado los hospitales, algunos han dejado de funcionar, mientras que otros agonizan.

A esto se une la masacre en el hospital Al Ahli, ya que puso de manifiesto el impacto del asedio. Imágenes muestran al hospital y sus alrededores llenos de cadáveres, muchos de ellos niños. Cientos de heridos fueron trasladados a otro hospital que estaba casi sin suministros ni combustible para sus generadores, y los médicos realizaron operaciones quirúrgicas en el suelo, a menudo sin anestesia.