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Asia

Yakutsk, la ciudad más fría del mundo

Situada en Siberia, en Yakutsk el termómetro ha llegado a marcar -89,4 ºC y el hierro se rompe como el cristal.

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Yakutsk es la capital de la república siberiana de Sajá, en el extremo oriental de Rusia. Situada en las llanuras del valle del Lena, solo su importante comercio de diamantes, con numerosas minas a cientos de kilómetros a su alrededor, explican cómo es posible que aguanten aquí el invierno más de 270.000 personas. Y es que tienen que soportar una media en invierno de -34 ºC. Con semejante temperatura, la ciudad más poblada del noreste de Rusia es, a su vez, la más fría del mundo, con una marca histórica de -89,4 ºC (como para quejarnor de frío en Teruel...). Llama la atención que los cosacos fundaran aquí un fuerte en 1632, origen de la localidad, pues las reservas de oro y diamantes no se descubrieron hasta finales del siglo XIX. Solo cinco meses al año la temperatura se expresa en números positivos. De mayo a septiembre, la cosa mejora... pero hasta los 18,7 ºC de media. Claro que en julio se han llegado a rebasar los 30 ºC, es decir, unas oscilaciones térmicas de más de 60 ºC y que convierten a los materiales de construcción de Yakutsk en los que más sufren del mundo, exigiendo un esfuerzo extra a los ingenieros. Los arriesgados turistas que quieran visitar la ‘capital mundial del frío’ tienen aquí algunos lugares interesantes, como el edificio de la Ópera de Sajá, el Teatro Nacional o un particular Museo del Mamut, en el que poder ver en primera persona el mayor osario de este mamífero, entre ellos sus espectaculares colmillos. Por cierto, que expertos del museo, junto a científicos de la Universidad Kinki de Japón trabajan para hacer revivir al elefante extinguido, gracias al trabajo en ingeniería genética que se está realizando tras haber encontrado en la región un hueso de cadera con la médula en excelente estado. Para visitar Yakutsk es necesario elegir los meses cálidos, ya que nuestros pulmones no están preparados para respirar el aire a sus temperaturas invernales y nos provocarían mucho dolor. A cambio, podremos hacer travesías por el río Lena, ya descongelado, y bailar y comer bocados locales en el Festival del Reno o acercarnos a alguno de los 40 yacimientos prehistóricos de la zona. Todo un plan.

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