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INVESTIGACIÓN

Estas moscas de la fruta son adictas a la cocaína

Un equipo estadounidense modifica moscas de la fruta para que desarrollen adicción a la cocaína y la consuman de forma voluntaria. Este modelo preclínico se utilizará para la investigación del uso abusivo de sustancias y la búsqueda de terapias.

Mosca de la fruta

Mosca de la frutaSinc

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Un equipo de científicos ha logrado crear por primera vez moscas de la fruta modificadas genéticamente que desarrollan adicción a la cocaína y la consumen voluntariamente. El hallazgo, publicado en la revista Journal of Neuroscience, supone un avance revolucionario en la búsqueda de tratamientos más eficaces para el trastorno por uso de cocaína, que afecta a aproximadamente 1,5 millones de personas en Estados Unidos.

Este nuevo modelo experimental ofrece una herramienta ágil y económica para estudiar los complejos mecanismos genéticos y neurológicos de la adicción, un campo donde la influencia hereditaria es clara pero difícil de desentrañar por la cantidad de genes implicados.

"La reacción de las moscas a la cocaína es sorprendentemente similar a la de los humanos", explica Adrian Rothenfluh, profesor asociado de psiquiatría en la Universidad de Utah y autor principal del estudio. "Con dosis bajas se vuelven hiperactivas, y con dosis altas se paralizan. Igual que nosotros".

Las moscas comparten alrededor del 75% de los genes humanos implicados en enfermedades, y ya han sido clave en investigaciones sobre otras dependencias. Su rápida reproducción y facilidad para la manipulación genética las convierten en candidatas ideales para avanzar en la comprensión del abuso de sustancias.

A las moscas no les gusta la cocaína

Sin embargo, durante la investigación surgió un problema fundamental: las moscas, en estado natural, rechazan la cocaína. Incluso cuando se les ofrecía mezclada con agua azucarada, preferían evitarla. Los investigadores sospecharon que la clave estaba en el sentido del gusto.

"El sistema nervioso de las moscas está programado para evitar toxinas vegetales, como la cocaína", detalla Travis Philyaw, primer autor del estudio. "Tienen receptores del gusto en las patas, y son capaces de "probar" antes de decidir si consumen algo".

Al silenciar los receptores del gusto que detectan lo amargo, los científicos consiguieron que las moscas comenzaran a consumir agua azucarada con bajas dosis de cocaína. En apenas 16 horas, las moscas desarrollaron una clara preferencia por la mezcla, un comportamiento adictivo nunca antes observado en esta especie.

Este hallazgo no solo permite crear un modelo realista de adicción en un organismo simple, sino que también facilita la identificación rápida de genes relacionados con el consumo compulsivo de drogas.

Un modelo acelerado para terapias futuras

La posibilidad de escalar los experimentos con moscas promete acortar drásticamente los tiempos en la investigación. "Podemos estudiar cientos de genes en poco tiempo y trasladar los hallazgos a modelos más complejos, como los mamíferos", apunta Philyaw. "Eso acelera el desarrollo de tratamientos dirigidos".

Rothenfluh concluye: "Cuanto más entendamos el mecanismo de la adicción, más cerca estaremos de encontrar terapias eficaces. A veces, las claves del comportamiento humano se esconden en cerebros diminutos como el de una mosca".

Referencia:

Adrian Rothenfluh, Pearl Cummins-Beebee et al. "Bitter sensing protects Drosophila from developing experience-dependent cocaine consumption preference".Journal of Neuroscience(2025).

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