LA CLASE MEDIA DE LA CIUDAD HA DESAPARECIDO
El Silicon Valley oculto: la pesadilla de ser de San Francisco
En pocas décadas San Francisco ha pasado de ser un paraíso hippy a una ciudad gentrificada con enormes desigualdades entre los más pobres y los más ricos.

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A veces Silicon Valley puede no ser tan paradisiaco como puede parecer debido a las penurias que muchos emprendedores tienen que pasar para (intentar) triunfar en el ecosistema tecnológico más brillante del mundo.
En realidad esto, per se, no tiene demasiado de novedad ni de alarmante, ya que es lógico que un ecosistema tan brillante y exitoso traiga consigo una competencia literalmente brutal. El éxito tiene un precio, y todos los emprendedores que van al valle saben a lo que se están exponiendo. Sin embargo, hay algunos detalles que han ayudado a configurar un clima medianamente brusco en Silicon Valley.
Hace algunas décadas, San Francisco era una ciudad conocida por el florecimiento del movimiento hippy, homosexual y ecologista, lo que configuró un núcleo de población que, en líneas generales (con obvias excepciones), se ajustaba a un perfil económico más bien modesto. Y desde hace 10 años, aproximadamente, todo el entorno de Silicon Valley se ha ido convirtiendo en el paraíso de las startups tecnológicas, que generaban los mejores modelos de negocio y dotaban a sus empleados de unos sueldos muy por encima de la media.
La consecuencia de esto es obvia: con el paso del tiempo, el profesional 'techie', acostumbrado a vivir en pequeñas ciudades como Palo Alto, San José o Mountain View, ha ido mudándose al urbanita estilo de vida de San Francisco, disparando involuntariamente el nivel de vida e instaurando una palabra que a día de hoy es marca de la casa en San Francisco: gentrificación. La gentrificación se refiere al proceso por el que una zona habitada tradicionalmente por ciudadanos de perfil bajo comienza a alojar a personas con un nivel de vida muy superior, disparando los precios de todos los servicios (alquiler, comida, transporte...) y creando una clara brecha entre las clases altas y las bajas.
El alquiler ha subido 635$/mes en apenas tres años
Ya comentamos cómo el alquiler de un piso de lo más normalito podía andar por 3.000 dólares mensuales, una cifra que en Estados Unidos solo es igualada por ciudades como Nueva York. Sin embargo, así como el aumento de los precios en Nueva York fue medianamente gradual y previsible, no pasó lo mismo en San Francisco.
Según la firma Real Facts, el alquiler de una vivienda en San Francisco ha aumentado en un 26,21% en apenas tres años, desde los 2.422 dólares/mes que costaba en 2011 hasta los 3.057 dólares/mes que cuesta en la actualidad. En otras palabras: los habitantes de San Francisco pagan, a día de hoy, 637 dólares más al mes de lo que se pagaba hace apenas tres años. “Y eso solo es una media”, nos cuenta el CEO de Red Karaoke, Miguel Ángel Díez-Ferreira, que vivió durante un tiempo en la zona. De hecho, otros profesionales tecnológicos como Ibai García elevan el aumento del alquiler, argumentando una subida “de hasta el 20% anual”.
En realidad sería injusto culpar de esta situación a los empleados de las empresas tecnológicas, ya que el foco de la responsabilidad parece recaer más bien en la legisación. Tradicionalmente, gran parte de las viviendas de San Francisco poseían alquileres de renta controlada cuyo precio, vigilado por el ayuntamiento de California, no podía subir. Sin embargo, los dueños de viviendas han encontrado un subterfugio con el que hacer la trampa: se trata de la Ellis Act, una ley instaurada por el Estado de California que permite a los propietarios saltarse la renta controlada y subir el precio a su antojo.
Desde la popularización de esta ley, son miles los propietarios que presentan solicitudes para desahuciar a sus inquilinos con la intención de meter a nuevos alquilados que puedan asumir un coste mayor. Cada uno de los puntos del siguiente mapa (aquí puedes ver el gráfico interactivo en tiempo real) representa una vivienda cuyo dueño ha solicitado poder desahuciar a su inquilino:
A pedradas con el autobús de Google, el de Apple...
Pese a que no parecería lógico responsabilizar de este descalabro a las empresas tecnológicas, los habitantes tradicionales de San Francisco (cuyo cabreo parece más que justificado) ya han encontrado culpables: sus empleados. Con cierta frecuencia grupos de ciudadanos se concentran para protestar contra la gentrificación de la ciudad. Y los lugares elegidos son los autobuses de empresas como Google o Apple, que ponen a disposición de sus empleados estos vehículos para transportarlos desde San Francisco hasta sus sedes de trabajo en Mountain View, Cupertino u otras.
La mayoría de concentraciones son pacíficas y pasan por bloquear estos autobuses durante varios minutos, pero el enfado de algunos ciudadanos queda patente en vídeos como este, en el que un joven golpea con una vara una maqueta del autobús de Google.
El alcalde 'perdona' a Twitter 22 millones de dólares en impuestos
Otro que está en la picota es Ed Lee, el alcalde de la ciudad. Tras su victoria en las elecciones de 2011, Lee aseguró que una de sus intenciones pasaba por acoger al mayor número de startups tecnológicas posibles en la ciudad. Con el aval de los puestos de trabajo creados de manera tanto directa (con los propios empleados de las empresas) como indirecta (con la revitalización económica de la zona donde cada una se instale), el alcalde se propuso recurrir a lo que fuera para no dejar escapar a ninguna startup con potencial.
Y así lo hizo. Ante un órdago de Twitter, que amenazó con abandonar la ciudad, Ed Lee les hizo una propuesta tan insólita como llamativa: si se quedaba en la ciudad, Twitter estaría exenta de pagar impuestos por sus nuevos empleados durante seis años. Twitter, naturalmente, aceptó un acuerdo que, en la práctica, se calcula que le ahorrará 22 millones de dólares.
Sin embargo, la decisión del alcalde no gustó a todos, y es mucha la gente que se muestra crítica ante este trato de favor hacia la empresa tecnológica.
Un creciente clima antitecnológico
Con todo, el clima antitecnológico en San Francisco ha ido creciendo paulatinamente y emprendedores como Kevin Rose (fundador de Digg) o Anthony Levandowski (Google) han recibido los escraches de los ciudadanos que consideran que la posible riqueza que sus empresas traen a la ciudad es muy inferior al empobrecimiento que provoca el encarecimiento del nivel de vida.
Al final, San Francisco se mantiene en un debate continuo en torno a una misma pregunta: ¿es bueno o malo que la ciudad esté siendo copada por startups tecnológicas?
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