A VUELTAS CON LOS NUEVOS IPHONE
Ni iPhone 7, ni iPhone 7S: aún quedan dos años para el próximo iPhone revolucionario
Ocurrirá a principios de septiembre: sonarán siete trompetas, el Sol se volverá negro como pelo de cabra, y Tim Cook sacará de su bolsillo el iPhone 7 en algún auditorio de San Francisco Pero no, ese momento no será el apocalipsis... ni tampoco una revolución tecnológica.

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Olvida el iPhone 6s que tienes en tu bolsillo o que ves en un escaparate. Olvida también ese iPhone 7 de finales de verano. Olvida incluso su sucesor. Vamos a saltar dos años y medio hacia adelante en el tiempo: estamos a finales de 2018, y el último iPhone lleva unas semanas en el mercado. Ese iPhone vas a quererlo.
Por supuesto, no tenemos ni idea de los planes de Apple. Pero hay ciertas pistas y evidencias de lo que vendrá en un futuro, sobre todo gracias a las patentes que van liberando o las compañías que van adquiriendo. Al fin y al cabo, 3D Touch empezó a cocinarse en la época del iPhone 4s, y Siri viene de una compañía comprada casi dos años antes de su llegada a iOS.
Si seguimos el rastro que van dejando esas pequeñas pistas como miguitas de pan vemos algunos patrones de cómo serán los futuros iPhone. Y, haciendo caso a lo que analistas reputados apuntan y calculando plazos con los tiempos que suele demorar cada movimiento en la industria, tenemos en mente una fecha aproximada: 2018. El año del supuesto iPhone 8.
Para entonces las pantallas serán OLED y no LCD como hasta ahora. Desde el primer iPhone hasta el 6s, y seguramente durante una o dos generaciones más, las pantallas LCD presentes en los iPhone han tenido una calidad muy alta, pero con las limitaciones que tiene esta tecnología, empezando por la poca profundidad del color negro. Puedes hacer un experimento: pon un iPhone junto a un Galaxy de gama alta o un Lumia 950, que llevan paneles OLED, y compara el color negro de ambos. No hay color, nunca mejor dicho.
Estos paneles hasta ahora también ofrecían desventajas frente al LCD, como una tendencia a azulear la pantalla, o a mostrar degradados en los bordes. No obstante, han ido evolucionando, y lo seguirán haciendo. Tanto como para que incluso Apple se anime a abrazar esta tecnología.
Más: podemos ir diciendo adiós al botón Home. Ya hay patentes de tecnologías que permiten integrar el sensor dactilar en el cristal de la propia pantalla, y con 3D Touch es posible utilizar el iPhone sin pulsar el botón Home para nada. Lo que ocurre es que todavía es complicado encontrar una forma intuitiva en la que el usuario pueda utilizar el teléfono sin volverse loco, especialmente un recién llegado.
En muy pocas generaciones este problema estará resuelto y Apple de paso se quitará otro problema de encima: el espacio que ocupa ese botón. Dicho espacio, unido a la obsesión de Apple por la simetría, hace que la cara frontal del iPhone tenga unos marcos bastante gruesos. Lo cual nos lleva al siguiente punto…
Un iPhone donde casi todo sea pantalla. Es la sublimación del concepto de “tecnología invisible”, donde sólo vemos lo esencial, nunca algo superfluo. El punto anterior permitirá ahorrar mucho espacio de un plumazo, y eso se reflejará en el primer vistazo que demos al iPhone: pantalla y poco más.
Más análisis apuntan a la llegada, por fin, de la carga rápida, especialmente necesaria en los modelos Plus, que con casi el doble de amperaje que con los modelos más pequeños necesitan bastante más tiempo para una carga completa. La carga rápida es algo que ya se está haciendo extremadamente usual en el ecosistema Android, con excelentes resultados para el usuario (otra de todas esas cosas que ya existen ahí fuera).
Otras pistas señalan a más características como la resistencia al agua, algo que Samsung ya se encargó de demostrar con los Galaxy S7: es posible obtenerla sin que ello implique un diseño que se trastabille. También se apunta hacia “una mejor cámara”, pero decir eso sobre la evolución generacional de un teléfono es una obviedad del tamaño de una Apple Store.
Ah, y para 2018, seguro que ya estamos bastante acostumbrados, especialmente los propietarios de un iPhone, a vivir sin el jack de 3.5 mm. Bienvenidos, auriculares bluetooth.
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