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EL ALTRUISMO DE LAS TECNOLÓGICAS, EN ENTREDICHO

¿Están Google o Facebook invirtiendo en enseñar programación a los peques para explotarlos en el futuro?

Las tecnológicas, como Google, Facebook o Microsoft, impulsan iniciativas para enseñar a programar a los más pequeños y para que se dé una mayor importancia a las disciplinas de matemáticas y ciencias. Aparentemente es desinteresado, pero hay quien cuestiona ese altruismo.

Niño programando

Niño programando Oneras en flickr cc

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Google, Facebook, Microsoft, Apple, Amazon. Todas amparan iniciativas para enseñar a programar en las escuelas. Es parte de la educación digital que deberá tener una persona en el futuro. Es la educación del futuro, sin más rodeos. La idea la han transmitido estas y otras empresas de Silicon Valley y ha calado profundamente en la sociedad, en la de Estados Unidos y más allá.

El hecho de que las tecnológicas hayan invertido cientos de millones de dólares en este tipo de iniciativas también se ha aceptado mayoritariamente. Al fin y al cabo son compañías que siempre se han preciado de querer convertir el mundo en un lugar mejor. Un mantra que no siempre son capaces de mantener sin mácula, pero que siguen defendiendo.

Normalmente el impulso de estas compañías a la educación digital desde la escuela se ha contemplado como un gesto altruista. Google se ha preocupado de desarrollar programas específicos para profesores y ofrece servicios adaptados para este colectivo. Apple rebaja el precio de sus productos a las entidades de carácter educativo. Microsoft ha fijado una inversión de 75 millones de dólares para incrementar el acceso a la educación en ciencias de la computación.

Una ristra de directivos de empresas como Amazon, Facebook, Microsoft o Salesforce, han prometido gastar 300 millones de dólares para la educación en ciencias de la computación. El objetivo es preparar a los estudiantes para futuros trabajos en IT. Nada que objetar, en principio. Aunque hay quien opina de otra manera. En un artículo publicado en el portal Jacobin se lanza la idea de que este altruismo responde más bien a una necesidad y a un interés.

Niña delante de un ordenador
Niña delante de un ordenador | Pxhere

El razonamiento es sencillo. Las compañías tecnológicas necesitan programadores para el futuro y quieren que las nuevas generaciones estén preparadas. Hasta aquí es un argumento que las propias tecnológicas esgrimen. El giro viene cuando el artículo de Jacobin habla del interés de estas empresas por conseguir mano de obra más barata.

Los programadores, sobre todo los buenos, salen caros en Silicon Valley. Así que los costes laborales que tienen empresas como Google, Facebook o Apple son altos. Más aún, especialmente en el caso de las dos primeras, si se tiene en cuenta que su negocio es digital. No hay pagos importantes a proveedores y estos gigantes tienden a ser autosuficientes en algunos ámbitos, como los centros de datos.

De manera que la mano de obra, los programadores, están entre los gastos importantes de estas empresas. Si a esto se suman que sus salarios pueden llegar a ser muy altos, el coste de la fuerza laboral es aún más relevante. Sin embargo, las compañías necesitan a estos programadores y necesitarán más con el paso del tiempo.

En un intento de que los costes no se disparen, las compañías tratan de expandir el aprendizaje de la programación. Una mayor oferta de candidatos abaratará la contratación de los futuros programadores. Es la ley del mercado y es inapelable.

El razonamiento termina por recordar que las compañías tecnológicas ya han intentado estrategias para reducir los salarios. Hace unos años, Apple, Google y otras fueron acusadas de acordar no contratarse a empleados entre ellas, con el fin de mantener o reducir los salarios. Aceptaron saldar el juicio mediante el pago de la cantidad estipulada.

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