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LA CLAVE ESTÁ EN LA MADERA

Plantas que parecen árboles... y no lo son

No todas las plantas con tronco y copa entran en la definición botánica clásica de “árbol”: una característica importante es cómo crecen los tallos en grosor.

Árboles captados con un  iPhone

Árboles captados con un iPhone Julian Calverley

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Preguntar lo que es un árbol puede parecer una cuestión que hasta un niño es capaz responder con facilidad, pero a veces las apariencias engañan, y un concepto aparentemente tan sencillo puede volverse un poco escurridizo. Una definición de árbol más o menos clásica vendría a decir que los árboles son plantas de una cierta altura (el límite puede variar según los autores, aunque suele estar entre los 2 y 5 metros) con una arquitectura que contiene un tronco leñoso y una copa.

Aunque estas palabras no parecen limitar mucho el concepto, mucha gente no sabe que vegetales tan insignes como las palmeras o el drago, no pueden considerarse árboles según esa definición.

Árboles

La cuestión limitante radica en el término “tronco leñoso”. Leñoso viene a decir que está formado por madera, y la madera, desde el punto de vista botánico, es algo muy particular y el resultado de un tipo de crecimiento específico de los tejidos del tallo.

En las llamadas plantas vasculares, el tallo incluye un sistema de conductos responsables del transporte de la savia. Uno de estos sistemas, el xilema, no sólo se encarga de hacer subir los fluidos hasta la copa, sino que la solidez de su estructura es lo que, en última instancia, permite al árbol tenerse en pie.

En las plantas verdaderamente leñosas existe una capa de células en forma de anillo en la periferia del tronco (el cambium), que se divide muy rápidamente en determinadas épocas del año permitiendo el engrosamiento paulatino del tallo y haciendo crecer el xilema hacia el centro del tronco, formando anillos concéntricos (de ahí los famosos anillos de crecimiento de los árboles).

La madera es, ni más ni menos, que la acumulación de xilema a lo largo de los años gracias a esta forma particular de crecimiento.

¿Qué plantas son capaces de producir madera verdadera? Muchas, muchísimas: esta capacidad la adquirieron las plantas vasculares antes de que tuviesen lugar las grandes radiaciones adaptativas que hicieron que las plantas con flores se hiciesen dueñas del planeta, por lo que los grandes linajes vegetales heredaron este tipo de crecimiento.

Sin embargo, las llamadas monocotiledóneas (el linaje de plantas que incluye a las gramíneas o las orquídeas, por ejemplo) evolucionaron hacia unos tipos de vida con rizomas subterráneos y portes pequeños que hacían innecesario un cambium productor de madera, por lo que acabaron perdiendo esa capacidad.

Dragos

Cuando algunas monocotiledóneas han necesitado alcanzar grandes alturas han tenido que “reinventar” estrategias para ser altas como árboles, y muchas de ellas lo consiguieron con sobresaliente éxito, pero recurriendo a nuevas estrategias que no producen madera en sentido estricto y, por lo tanto, muchos botánicos prefieren excluirlas del concepto de “árbol”.

Así, las palmeras alcanzan alturas muy respetables, pero sus troncos no crecen en grosor al carecer de cambium productor de madera. En su lugar, alcanzan una muy admirable robustez (y flexibilidad) endureciendo las fibras del tallo.

Algo parecido hacen los dragos o el árbol de Josué (el 'Joshua tree' de los U2), con indudable forma arborescente pero que carecen de madera genuina y de anillos de crecimiento, y por lo tanto su edad es tan difícil de estimar. Incluso los bananos, también de forma arborescente, carecen de madera o nada que se le parezca y su tronco no es más que la acumulación de las vainas de las grandes hojas de esta planta.

Por estos motivos a veces se exagera un poco la naturaleza herbácea de estas monocotiledóneas 'creciditas' y se dice que son sólo hierbas hipertrofiadas.

El árbol de Josué

Parece ser que algunas crónicas de los primeros conquistadores europeos en América, fascinados por la naturaleza del Nuevo Mundo, hablaban incluso de árboles que crecían de un día para otro. Una posibilidad es que se refiriesen a las enormes inflorescencias de los ágaves, que pueden tener varios metros de altura y crecen con muchísima rapidez. Sin embargo, una vez más, los ágaves son monocotiledóneas, y sus inflorescencias ni tienen madera ni pueden considerarse árboles.

En última instancia qué es un árbol depende de la definición que queramos dar, y a efectos ecológicos y fisiológicos, las palmeras o los bananos funcionan de una forma equivalente a los árboles productores de madera. Lo realmente interesante de hacer esta precisión terminológica está en pensar sobre las distintas e independientes maneras que las plantas han adoptado para conseguir grandes alturas.

ágave

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