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LOS ESCLAVOS YACÍAN EN LA TUMBA CON SU AMO

Los vikingos se enterraban con esclavos decapitados

Un enterramiento del norte de Noruega da nuevas pistas sobre sus ritos funerarios. El análisis detallado de los cadáveres muestra una gran desigualdad social en la alimentación de los vikingos.

Cráneo de un joven vikingo enterrado junto a su esclava

Cráneo de un joven vikingo enterrado junto a su esclava Elise Neumann

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Una joven se prepara para morir. Está tumbada en el suelo, sus manos y pies están atados y a su lado yace un perro, ya muerto. A pesar de los copos de nieve que caen en su cara, puede atisbar cómo se acerca hasta él un hombre corpulento con algún tipo de arma pesada, como un hacha, quizá una espada. A unos metros de allí, un grupo llora la pérdida de un familiar. Pero no lloran por ella, sino por su amo, un noble del pueblo que acaba de morir. De las palabras que escucha, entiende lo justo para saber que es por esto que le toca morir también a ella, una simple esclava: para acompañarle en la tumba como adorno funerario.

Esta escena pudo suceder realmente, hace alrededor de un millar de años, en lo que hoy es Flakstad, un pueblecito costero de las islas Lofoten, en el norte de Noruega. Era territorio vikingo, un pueblo que usaba y abusaba sin reparos de esclavos hasta el punto de enterrarlos junto a su dueño… y sin cabeza.

Un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Oslo ha obtenido una serie de conclusiones reveladoras a partir de seis tumbas encontradas en Flakstad por un agricultor gracias al análisis bioarqueológico: ADN moticondrial e isótopos en los huesos para reconstruir la vida que les tocó disfrutar y padecer a esos cadáveres.

De las seis tumbas halladas, tres estaban compartidas. En dos, había dos cadáveres y en la tercera, tres. Pero en este trío de nichos faltaba algo importante: cuatro cabezas. En cada una de esas tumbas había solo una persona con su cráneo junto a sus hombros; los acompañantes estaban decapitados. El análisis forense de esos esqueletos no permite saber con seguridad si esos muertos perdieron la cabeza antes o después de fallecer. Pero a los sagaces investigadores no se les escapa que no entraron en el nicho por propia voluntad: los cuatro decapitados tenían signos de malos tratos y, sobre todo, les habían atado las manos y los pies.

“Los enterramientos de Flakstad indican que las tumbas contenían al amo y al esclavo, ya que faltaban los cráneos de cuatro personas”, afirma el estudio que los investigadores de la Universidad de Oslo, dirigidos por Elise Naumann, han publicado en la revista Journal of Archaeological Science.

Ya se había descrito anteriormente esta forma de enterramientos dobles en las sociedades nórdicas, que se presuponían de esclavos y amos, pero este trabajo aporta importantes detalles que ayudan a reconstruir la historia de esos muertos. Para empezar, la ausencia de cráneo de los esclavos. También el hecho de que uno de los muertos estuviera enterrado con dos personas decapitadas, algo inédito que indicaría que fue verdaderamente importante. O, por ejemplo, que ninguno de los enterrados eran familiares entre sí, lo que descarta un nicho familiar.

Esos tres personajes relevantes, enterrados en compañía, están bien agasajados en su tumba. Armas, peines, perlas, bridas de caballo, accesorios de ropa, pedazos de ámbar, un par de cuchillos y huesos de animales, que representan diferentes niveles de riqueza social. En una de ellas, uno de estos vikingos yace incluso junto a su perro. Y no podían faltar sus esclavos en el enterramiento, aunque a ellos les faltara la cabeza.

Naumann explica que no podemos juzgar a esta sociedad con nuestra mentalidad: quizá no fueran tan fieros y sanguinarios como les dibujaron en las películas, pero evidentemente su concepto de humanidad se alejaba bastante del nuestro.

Los cráneos no estaban, pero los vikingos no pudieron hacer desaparecer otros signos de clasismo de esa sociedad. Estudiando la cantidad de átomos de nitrógeno y de carbono de los huesos de los muertos, los investigadores pudieron identificar la alimentación que llevaron a lo largo de su vida. Los individuos que fueron enterrados solos comieron lo mismo que los decapitados: esencialmente, pescado y otros productos del mar. Sin embargo, los cadáveres intactos de las tumbas dobles tuvieron una alimentación rica en proteínas marinas pero sobre todo terrestres, como leche y carne de vaca y oveja, ya desde su infancia. Esto indica que la sociedad vikinga había unos pocos privilegiados que comían como reyes y que plebeyos y esclavos llevaban una alimentación más pobre, centrada únicamente en lo que proporcionaba el mar.

El perro también se alimentó a base de pescado. Y se fue a la tumba con su amo, como los esclavos.

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