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LA CIENCIA PRUEBA QUE PODEMOS INVENTAR

¿Qué ocurre en tu cerebro cuando dejas volar la imaginación?

Una investigación comprueba que el proceso de imaginar y de recordar es distinto para nuestro cerebro. Dicho de otra forma: podemos inventar cosas de la nada.

Haz despegar tu imaginación

Haz despegar tu imaginación ModernDope en Flickr CC

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"El mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación", decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Sin embargo, a los científicos les ha costado ponerse de acuerdo acerca de si la memoria y la imaginación son procesos distintos o si, en realidad, se solapan.

Partiendo de la premisa de que una imagen vale más que mil palabras, Brock Kirwan y sus compañeros de la Universidad Brigham Young en EEUU decidieron usar un escáner de resonancia magnética para aclarar de una vez por toda si en nuestra sesera ocurre o no algo único cuando recurrimos a la imaginación y a la fantasía.

El experimento que desarrollaron mostraba cómo funcionaba el cerebro de decenas de voluntarios cuando recordaban hechos del pasado, y lo comparaba con lo que sucedía al pedirles que imaginaran escenarios que les eran totalmente desconocidos y sobre los que, por lo tanto, solo podían fantasear.

Así fue como demostraron de una vez por todas que la memoria y la imaginación muestran diferentes patrones en áreas concretas del hipocampo, es decir, la estructura cerebral con forma de caballito de mar ligada a la memoria y al aprendizaje.

Por lo tanto, si alguna vez te has preguntado si los seres humanos realmente somos capaces de crear o si únicamente copiamos a partir de combinaciones de nuestro recuerdo sobre lo que hemos visto y oído te gustará saber que la ciencia acaba de probar sin lugar a dudas que podemos inventar.

Que la imaginación es bastante poderosa lo demostraron el año pasado en el Instituto Karolinska de Suecia: basta con imaginar un sonido o una forma para que cambie la manera en que percibimos el mundo que nos rodea.

De hecho, en los experimentos suecos los participantes lograron escuchar algo distinto de lo que estaba en realidad diciendo una persona únicamente imaginando un sonido diferente. Esto significa que las señales sensoriales generadas en la imaginación son "lo suficientemente fuertes como para cambiar la percepción del mundo real", tal y como concluía Henrik Ehrsson, investigador principal del estudio.

Ahora bien, para desarrollar la capacidad de fantasear resulta imprescindible aburrirse un poco. O, lo que es lo mismo, si nos mantenemos siempre ocupados, sobre todo durante la infancia, no desarrollaremos la imaginación, tal y como demostró hace poco Teresa Belta, de la Universidad de East Anglia en Reino Unido.

Belta asegura pasar tiempo desocupados dedicados sencillamente a contemplar las musarañas es positivo porque permite que se activen unos circuitos neuronales que forman la llamada “red por defecto”, que entre otras cosas se ocupa de conectar experiencias y lecciones aprendidas en el pasado con planes futuros.

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