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COMEDIA = TRAGEDIA + TIEMPO (PERO NO DEMASIADO)

¿En qué momento podemos empezar a hacer chistes sobre una catástrofe?

Uno de los conceptos más comunes en la teoría del humor es que un episodio trágico (una catástrofe natural, por ejemplo) puede propiciar un buen chiste si pasa un tiempo razonable, ya que reírse de los muertos cuando aún están calientes no hace gracia. “Comedia igual a tragedia más tiempo” es una frase que tiene muchos padres, desde Woody Allen a Lenny Bruce, lo que da idea de su valor.

 Convertir una tragedia en comedia requiere tiempo

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El humor exige cierta distancia, pero ¿cuánta? Si te quedaste tirado con el coche en Nochebuena, probablemente te haga más gracia comentarlo cinco años después que mientras tu familia cena langostinos. Y si te diste un golpe con la pata de la mesa, bromear sobre ello tendrá gracia esa noche, pero no cinco años después.

El investigador Peter McGraw se propuso tratar de medir esa distancia, la necesaria para que una tragedia haga gracia. Para lograrlo, puso el foco sobre uno de los pocos tipos de tragedia que se ve venir: el huracán Sandy, un ciclón tropical del que se hablaba desde hacía mucho antes de que tocara tierra y que provocó más de 280 muertos… y algunos chistes al respecto.

Para medir el don de la oportunidad de estas gracietas, McGraw, uno de los mayores expertos en la ciencia del humor, recogió tres chistes publicados en la red social Twitter en una cuenta que se hacía pasar por el propio huracán Sandy. Los entregó a distintos grupos de gente en distintos momentos: un día antes de que llegara a EEUU, el mismo día, al día siguiente... Estos grupos de control debían calificar estos chistes como divertidos, chistosos, desagradables, ofensivos, aburridos, irrelevantes y confusos en una escala del 1 al 7.

El resultado, esperado, fue que los chistes hacían algo de gracia el día previo a la llegada del huracán, pero ninguna el mismo día en que ocurría la catástrofe ni en los días posteriores, cuando crecía la cuenta de fallecidos. Con la tragedia sobre sus cabezas y los testimonios de muerte y destrucción muy presentes, los chistes puntuaban muy bien en la categoría de “ofensivo”. Y así fue durante una semana. Y dos.

Pasados quince días, lejos del susto, comenzó a valorarse cada vez mejor el sentido del humor que nuevos encuestados percibían en los tres chistes. El pico de 'chistosidad', el momento en que más gente votó como graciosos estos chistes sobre el Sandy, se produjo entre 30 y 40 días después de la tragedia. Más allá, estos comentarios dejaron de tener gracia y de ofender a nadie porque, sencillamente, el huracán había dejado de estar presente. Pasados 100 días, la puntuación de esos chistes era tan baja como durante la tragedia, pero sin ofender a nadie.

McGraw, de la Universidad de Colorado, señala que para que haya humor debe existir distanciamiento. En este experimento se destaparon los cuatro tipos distintos de distanciamiento humorístico que se suelen utilizar. Para empezar, el hipotético: a la gente le hacían gracia los chistes del Sandy antes de que ocurriera la tragedia porque la catástrofe no era aún real, sino una mera hipótesis. Luego, la distancia temporal: a medida que se alejaba el susto, comenzaba a ser chistoso. También se observó la distancia geográfica: la gente de regiones alejadas de la catástrofe pillaron antes el chiste que los que sufrían el temporal en sus carnes. Por último, también se da el distanciamiento social: me río porque no formo parte de ese grupo, el de los afectados.

“La clave para evitar un chiste demasiado precoz o demasiado pasado es que coincida el grado justo de ofensa con la cantidad correcta de distancia”, explica el estudio. “Con esto en mente, proponemos modificar el dicho popular ‘el humor es igual a tragedia más tiempo’. Convertir una tragedia en comedia requiere tiempo; ni demasiado, ni demasiado poco”, concluyen.

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