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LA IDEA DE CREAR VIDA, UN FRECUENTE RECURSO LITERARIO

¿Qué dice la ciencia sobre Frankenstein?

Uno de los mitos de la ciencia ficción y de la literatura gótica, a examen ¿Sería posible crear vida así? No, pero hay matices.

Frankenstein

CC Frankenstein

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La historia de Frankenstein hay muchas formas de leerla. Por una parte, la de un monstruo aterrador que acaba teniendo alma y siendo bueno. Por otra, la de un científico loco que, como Prometeo, roba a los dioses la capacidad de crear vida a partir de trozos de cadáveres y electricidad. Una más: la idea de que una mujer pudo hace dos siglos escribir una de las mejores novelas góticas ganando por la mano a genios del momento como su propio marido o Lord Byron.

Pero aquí lo que importa es el componente científico: ¿es verosímil crear vida? No, al menos no con lo que sabemos hasta ahora. Pero todo tiene sus matices.

Matiz uno: la electricidad para reanimar

La historia de Frankenstein es la de un científico que, juntando trozos de cadáveres cosidos a mano, e introduciendo un cerebro en el cráneo, logra que un brutal impulso eléctrico baste para despertar a una criatura con capacidades motrices y conciencias propias.

Los impulsos eléctricos son efectivamente utilizados en medicina desde hace mucho tiempo. A veces como forma de tortura, a veces como forma de reanimación. Pero ojo, los choques de descargas eléctricas localizadas sobre el corazón que ves en las películas se usan para contadas cosas, de forma muy concreta y con voltajes muy medidos. Así las cosas, eso de conectar una cama metálica a un pararrayos un día de tormenta no cabe esperar que sirva para generar vida, sino más bien para hacer churrasco de cadáveres.

Matiz dos: los avances en trasplantes

Desde los primeros ensayos con trasplantes de órganos hasta hoy se ha avanzado muchísimo. De hecho, ahora el problema no es tanto la técnica como el encontrar un donante idóneo, que no se genere rechazo tras la intervención y que todo funcione de forma adecuada para evitar procesos necróticos. Hay trasplantes de manos, reimplantaciones de miembros perdidos e incluso cirugía para trasplantar caras.

Pero cerebros no.

Los órganos reimplantados necesitan tener flujo sanguíneo compatible y adecuado para evitar la putrefacción y mantenerse vivos, además de correctas conexiones nerviosas para poder ser mínimamente funcionales. Pese a ello, la movilidad de una mano reimplantada -en caso de ser posible- jamás será la misma que la de una mano original, precisamente porque se pierden conexiones nerviosas.

El cerebro es infinitamente más complejo que eso. De hecho, no es un órgano o parte del cuerpo que recibe órdenes, sino el centro de operaciones total de nuestro cuerpo: ahí guardamos nuestro carácter, nuestros recuerdos, nuestros instintos, nuestra capacidad de hablar y controlar todas esas cosas que ni nos damos cuenta que hacemos. No hay capacidad científica que haga posible conectar el cerebro a sistema nervioso alguno (con sus conductos, la médula espinal y todos los demás conectores) de forma efectiva.

¿Qué hace tan especial al cerebro?

Miles de cosas. Es tan especial que, la verdad, apenas tenemos idea de cómo funciona. Se regenera, pero de forma lenta. Tiene áreas que controlan partes muy concretas de nuestro funcionamiento: pulsa aquí y dejarás ciego al paciente, aprieta allá y jamás volverá a caminar. Es insustituible, misterioso, complejísimo e imprescindible.

Tercer matiz: pero podría intentarse

Hemos dicho que el cerebro es imprescindible... como muchos órganos. Eso es cierto, pero con una diferencia: si se te para el corazón morirás porque no se bombeará sangre, por lo que no se transportará oxígeno a los rincones de tu cuerpo, que dejará de funcionar. Ahora bien, si se 'para' tu cerebro morirás porque nada le dirá al corazón que debe seguir funcionando.

Digamos que el cuerpo humano es una empresa donde hay muchos empleados insustituibles, pero el jefe es como el Steve Jobs del sector: sin él no hay nada.

Y sí, artificialmente se puede mantener un cuerpo vivo sin cerebro (es decir, con el cerebro 'apagado'): hay máquinas que mantienen tu corazón latiendo y que introducen oxígeno en tus pulmones mientras te alimentan si tú no puedes hacerlo. Ahora bien, aunque esas condiciones de vida artificial permitan mantener vivo un cuerpo, implantarle un cerebro nuevo no servirá de nada.

Total, que el doctor Frankenstein podría ahorrarse el trago de robar cadáveres, trocearlos y coserlos, con la altísima ventaja de que así evita rechazos e incompatibilidades... pero lo de meterle un cerebro, darle una descarga y esperar a que el guiso cuaje... como que no.

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