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LA EVOLUCIÓN DEL HACKER

Máscaras de hackers: de la de 'Max Headroom' a la de 'V de Vendetta'

Un grupo hackers empezó a usar la máscara de 'Max Headroom' para cometer bromas pero, sobre todo, realizar reivindicaciones interfiriendo en los medios de comunicación de masas... Hasta que la moda pasó, y poco después nació la máscara de 'V de Vendetta'.

Anonymous

Persona con la máscara de AnonymousGetty

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El 22 de noviembre de 1987 alguien logró piratear la señal de la principal televisión pública de Chicago. Tras interrumpirse la programación habitual, frente a los estupefactos espectadores apareció un hombre que ocultaba su rostro tras una máscara barata de Halloween. Se definía a sí mismo como el primer presentador de videoclips generado por ordenador.

El mensaje que lanzó aquel hombre era inconexo y distorsionado, con un tono de voz era metálico. Todo parecía una broma casi ininteligible, y en eso se quedó cuando la señal pirata se esfumó y la programación habitual regresó a la televisión.

Mi nombre es Max

El hacker que había aparecido en la televisión de miles de hogares de Chicago no había seleccionado aquella máscara al azar. Era la máscara de 'Max Headroom', un icono inconfundible de la época.

Tenía, en efecto, su propio programa de videoclips, y estaba generado por ordenador. Más tarde, incluso protagonizó su propia serie de ficción en televisión, llamada 'Max Headroom', en la que se colaba en los medios para lanzar mensajes subversivos al estilo 'El club de la lucha'. Mensajes en los que se despotricaba contra los programas y presentadores de la propia cadena.

Aquel hackeo fue un evento único, si bien los responsables del mismo nunca fueron cazados, tal y como explica Noel Ceballos en su libro 'Internet Safari': “Las autoridades empezaron a investigar lo ocurrido aquella noche, pero se toparon con un problema que, en gran medida, sigue vigente hoy en día: nadie tenía ni idea de cómo demonios habían hecho lo que habían hecho. Su travesura podría parecer un ejercicio pueril, pero su ejecución fue casi perfecta: no dejaron nada remotamente parecido a una pista que llevara al FBI hasta su puerta”.

Con todo, aquel no era el único caso de pirateo de la señal de los medios de comunicación de masas. John R. MacDougall había hecho lo propio, en 1986, con la señal de la HBO con el propósito de mostrar su rechazo por las tarifas que pagaban los dueños de las antenas parabólicas. En este caso, el personaje se llamó Captain Midnight y el pirata tras su aparición si que fue cazado y multado con 5.000 dólares y un año de libertad condicional.

'V de Vendetta'

Aquellos ejemplos de pirateo de la señal del 'establishment' fueron tímidos en un principio, pero sentaron las bases de lo que más tarde acabaría por consolidarse gracias a internet: la voz del disidente empezaba a tener protagonismo. No sólo la del disidente, sino la del que rezongara un simple y llano chiste soez capaz de dinamitar a la sociedad bienpensante.

Todo se había originado con la el phreaking, la conjunción de los términos "phone" y "freak", y que denominaba a la subcultura informática cuya actividad se centraba en el pirateo de las líneas telefónicas, así como la electrónica aplicada a los sistemas telefónicos en general.

El momento estrella de esta subcultura lo protagonizó Kevin David Mitnick en la década de 1980. El autodenominado 'fantasma de los cables' o 'Cóndor' llegó a colarse en la NSA, la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense en 1988, entre otros hitos.

Condenado en diversas ocasiones, aquella vez su abogado tuvo que aducir que Mitnick sufría adicción por los ordenadores para rebajar su pena a solo un año. Al salir de la cárcel, tuvo que someterse a un programa de seis meses para tratar su adicción. Durante su tratamiento, no pudo tocar ni un ordenador ni un módem, y perdió 45 kilos de peso. De esa forma 'Cóndor' se convirtió en un mártir, y en un ejemplo para las siguientes oleadas de hackers.

En 2005, tras estrenarse la adaptación cinematográfica de la novela gráfica 'V de Vendetta', de Alan Moore, aparecieron por doquier máscaras como las que usaba el protagonista para ocultar su rostro. Los hacktivistas de Anonymous la adoptaron entonces para llevar a cabo anónimamente sus infiltraciones, como por ejemplo en su ataque de 2008 contra la Iglesia de la Cienciología. Progresivamente, miles de 'youtubers' empezaron a soltar sus soflamas contra el sistema parapetados tras la máscara de Guy Fawkes.

Fue el instante en el que el hacktivismo se democratizó. Ya no eran necesarios unos conocimientos avanzados en informática o telecomunicaciones para grabar encima de la emisión oficial: cualquiera podía convertirse en un hacker a pequeña escala, difuminando par siempre la división entre los hackers y el resto de la sociedad. Si esta masificación ha convertido en hacktivismo en una postura pop sin mayor efecto en el 'establishment' ya es objeto de otro análisis.

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