HIGIENE EN EL BAÑO
Guía completa para realizar correctamente tus visitas al váter
Has ido tantas veces a lo largo de tu vida que ni te habías planteado que ni estás en la postura correcta ni mantienes la higiene adecuada. Aprende a ir al baño de la manera más saludable para ti y para los siguientes en pasar.

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Memoriza esta fecha: el 19 de noviembre se celebra el Día Mundial del Retrete. Y no deberías celebrarlo, porque está mal diseñado y no ayuda a que tus evacuaciones sean óptimas.
Lo mejor es que tomes buena nota de estos sencillos pasos, imprescindibles para que tus visitas al aseo –ya sean en casa, en el trabajo o en un viaje– sean agradables, rápidas y saludables. Al fin y al cabo, todos vamos al baño: sólo hace falta aprender a hacerlo bien.
Por cierto, no te obsesiones con la idea de que es necesario hacer de vientre todos los días: se considera una actividad intestinal normal cuando vamos como mínimo tres veces a la semana, siendo el máximo de tres veces diarias.
No te aguantes las ganas
Lo has escuchado cientos de veces y aún ignoras la advertencia por completo, pero las consecuencias de no orinar cuando tenemos ganas no son ninguna broma: puede derivar en dolorosas infecciones, cálculos renales e incluso reflujo vesico-uretral.
Se recomienda ir al baño a hacer pis al menos cada tres o cuatro horas, nunca aguantarnos ni ir de más, ya que nuestra vejiga podría perder su elasticidad si la vaciamos con demasiada frecuencia o ensancharse si no vamos cuando el cuerpo lo demanda.
Y qué decir de no eliminar las heces llegado el momento: colapsamos el intestino debilitándolo, de tal manera que asimilará cada vez peor los nutrientes de los alimentos, además de generar bolsas de gases que pueden terminar por dañar nuestra flora intestinal haciéndola vulnerable a las bacterias y gérmenes que nos rodean.
Toma posición (la correcta)
Probablemente nunca te lo habías planteado, pero la forma de los retretes no ayuda demasiado a que la evacuación se realice correctamente. Lo ideal sería hacerlo de cuclillas, con las piernas flexionadas y las rodillas apoyadas sobre el abdomen. Exacto, como si estuvieses en el campo.
Está claro que no es tan sencillo colocarte así en tu día a día y tampoco es muy factible que apoyes los pies sobre el borde de la taza (mejor no visualizar el estropicio que podría desencadenar esta innovación). Pero con apoyar los pies sobre un taburete bastará para favorecer la expulsión de una forma natural.
Si -lo más normal- no dispones de una palangana o accesorio que te ayude a poner las piernas en alto, se recomienda realizar una presión abdominal leve.
El recorrido correcto
En el caso de las mujeres, la dirección adecuada de la limpieza debería ser siempre desde delante hacia atrás para no arrastrar gérmenes fecales desde el ano hacia la vagina (ojo, responsables en gran medida de las molestas y dolorosas infecciones de orina).
Para ellos, quizás el orden de los factores no altera en exceso el producto y son muchos los que optan por la comodidad de restregar el papel desde atrás hacia adelante.
Aprovecha el papel
Debe estar bien doblado y agrupado para que absorba bien y realice adecuadamente su función de limpieza. Sin embargo, para algunas personas esta tarea se complica y no basta con dos o tres pasadas. ¿Consecuencia? Empiezan a restregarse vigorosamente hasta irritar la zona del ano, lo que puede causar especiales daños en personas que sufren de hemorroides o abscesos anales.
Si este es tu caso, se recomienda el uso de toallitas húmedas. Eso sí, no es conveniente tirarlas al retrete porque pueden obstruirlo, así que úsalas sólo en condiciones extremas y no como costumbre.
No obstante, no nos engañemos: la mejor forma de conseguir una limpieza adecuada y evitar problemas en la piel de la zona es con agua tibia y jabón. Una forma directa y efectiva de eliminar los restos y, de paso, dejar el retrete impoluto. Bienaventurados los que visiten alguno de esos relucientes e higiénicos baños de Japón.
Elimina tu rastro
Existe un utensilio de lo más útil que muchas personas obvian. Se llama escobilla y sirve para ayudarte a retirar los posibles restos inesperados que dejes dentro de la taza tras hacer tus necesidades.
Así, ayudarte de ella para limpiar los bordes, siempre con cuidado y sin hacer movimientos bruscos para que no te salpique el agua –en el mejor de los casos–, será la mejor opción para dejar aquello tal y como lo encontraste.
Si por algún casual el aseo que estás usando está desprovisto de la misma, hay más opciones: la primera, universal y normalmente eficaz, es tirar de la cisterna tantas veces como sea necesario para que la presión del agua deshaga el entuerto; otra que requiere algo de puntería, se basa en tratar de cubrir con un trozo de papel higiénico la zona afectada y de nuevo tirar de la cadena: el papel adherido a los restos se marchará por el subidero llevándoselos consigo.
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