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PERDÓN POR EL RETRASO

Diez razones por las que nunca llegas a tiempo (y cómo remediarlas)

Los perdones y las disculpas se te están agotando: llegas siempre tarde y tus amigos, familiares y jefes están hartos. Tus retrasos tienen explicación y -buenas noticias- también una solución fácil que te devolverá a los horarios reales del resto del mundo

Y cayó la noche mientra llegabas

Y cayó la noche mientra llegabas Geralt / Pixabay

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En algún momento todos nos podemos dormir, perder un tren, olvidarnos algo importante en casa o retrasarnos porque nos hemos encontrado a alguien en el camino y no nos ha salido bien la estrategia de 'uy, si no te había visto'. Pero hay personas que lo hacen constantemente y para el resto de los mortales que tienen que esperarlas resulta de lo más molesto.

Si eres un tardón crónico deberías identificar el por qué de tus retrasos e intentar solucionarlos. Estás quedando fatal y la gente no te va a estar esperando toda la vida.

Te quedas dormido

Hay personas que prefieren tomarse un buen desayuno antes de salir de casa y otras que racanean al despertador los 'cinco minutitos más' durante casi una hora de reloj. Nadie te va a juzgar, pero quizás debas empezar a acostarte antes. “Muchas personas no duermen lo suficiente y la falta de sueño es un verdadero lastre en su felicidad y en su salud afectando a sus horarios y comportamientos sociales”, explica en Yahoo Gretchen Rubin, autora del bestseller 'Better than before', quien recomienda en estos casos tratar de dormir más horas y reajustar nuestros horarios.

Habías quedado a y media, y son casi menos cuarto. Y está bien

Eres un perfeccionista

Menos en llegar puntual. Si te obsesiona la idea de salir perfectamente vestido de casa, no sales del coche sin haber dejado todos los espejos colocados como a ti te gusta o revisas tus emails cuatro veces antes de darle a enviar, es probable que estas manías sean las responsables de que a menudo llegues tarde.

Hay una forma de ponerte a prueba a ti mismo: aunque no sean reales, convéncete de que necesitas 10 minutos más para hacer tus tareas. Así contarás con un cierto margen para dejarlo todo perfecto y no tener a nadie esperando.

No mides bien el tiempo

Subestimas lo que tardas en ducharte, vestirte, salir de casa y desplazarte, y lo sabes. Ya, que 'en teoría' tardas en llegar 20 minutos, pero si eso sólo lo has conseguido una vez en un trayecto inusual, deja de decir que estarás allí "en quince minutos". Porque, por mucho que digan, no vuelas.

Calcula exactamente el tiempo que tardas en hacer cada cosa y añádele al menos cinco minutos. Igual a la próxima te dejan entrar al primer acto sin que te pierdas media obra de teatro.

Vas de víctima

Algunos psicólogos se plantean la hipótesis, aunque suene un poco rara, de que las personas que siempre llegan tarde lo hacen porque se sienten culpables (por cualquier motivo) y necesitan quedar mal y no aparecer a la hora porque al pedir disculpas y quedar como los malos de la película se sientan satisfechos. Por tu culpa, por tu culpa, por tu gran culpa. Ya. Pero llevan tres cuartos de horas esperándote.

Tu reloj (mental) va retrasado

Según un estudio realizado en la Universidad de San Diego los tardones no hacen esperar por mala educación o dejadez. Resulta que perciben el tiempo de una manera diferente al resto de los seres humanos.

Tras analizar los comportamientos de la gente con tendencia a ser impuntual, los investigadores descubrieron que las personas a las que se les pegan las sábanas o que nunca llegan a tiempo a sus citas “tienen la percepción del tiempo alterada”.

Para llegar a esta conclusión el equipo de científicos realizó una prueba sencilla pero efectiva. Dividieron a los sujetos en dos grupos, los que se consideraban puntuales y los que no, y les pidieron que parasen el tiempo cuando creyesen que había pasado un minuto.

Tal y como estás pensando: los que solían llegar a su hora aseguraron que el minuto duraba unos 58 segundos, mientras que los tardones lo alargaron hasta los 77 segundos.

Así, según los investigadores, existen dos clases de personas: las de tipo A que disponen de la capacidad para percibir el tiempo de una manera más precisa, y las de tipo B que lo perciben de forma más lenta. “Esta peculiaridad hace que las personas tardonas se organicen mal y tiendan a llenar su agenda de muchas más tareas de las que realmente pueden acometer. Es decir, se planifican mucho peor y por eso siempre llevan un cierto retraso que les impide llegar a la hora”, explicaba el doctor Jeff Conte, autor principal del estudio.

Así es, la ciencia les otorga la excusa infinita: 'es que soy de tipo B'.

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Eres un poco egoísta

No te equivoques, si llegas con retraso a menudo tus excusas de "me olvidé de tal" o "es que me entretuve haciendo cual" acaban cansando. Pero ahí están, esperándote. En realidad "el problema es del resto", piensas.

“Cuando parece que los planes no empiezan hasta que una persona en particular aparece, ésta se siente llena de poder porque dispone de la voluntad del tiempo de los demás”, explica de nuevo Gretchen Rubin. En serio, ¿nunca te has planteado que tu comportamiento egocéntrico está afectando a alguien más?

Eres desorganizado y nunca encuentras nada

Cuando encuentras las llaves no tienes ni idea de dónde dejaste el móvil y si logras localizarlo ahora tratas de descubrir el escondite de tus gafas de sol. “No hay nada más molesto que andar buscando cosas cuando se nos hace tarde. Designa un lugar en tu casa para los artículos clave y pon siempre las cosas en el mismo lugar”, recomienda Rubin.

Si eres una persona muy despistada, procura que tus extravíos no te hagan quedar mal y déjalo todo preparado la noche antes o localízado con un mínimo de tiempo, no cuando tengas que salir por la puerta.

Te retrasan los demás (todo el tiempo)

Cuando tienes un plan normalmente no cuentas con los retrasos imprevistos que pueden darse. A veces, quedarte atrapado en una reunión interminable o que la cita con el médico se alargue es inevitable, pero si sabes que esto ocurre a menudo deberías darte cuenta de que estos son los culpables de tus desplantes.

Una vez descubras las causas ajenas que te suelen hacer llegar tarde, ponles remedio y empieza a quedar con un margen de tiempo algo más grande.

Quieres llamar la atención

Claro, eres -o más bien te crees- el líder del grupo y estás convencido de que tu ausencia (y posterior presencia) no pasará desapercibida. Nadie puede empezar una ronda de cañas sin que hayas llegado y eres el alma de la fiesta. Llegas tarde porque inconscientemente estás convencido de que sin ti no va a ocurrir nada genial y estarán todos expectantes. Hasta que te des cuenta de que la vida sigue, y que en esa media hora la gente se lo ha pasado fenomenal.

No te apetece nada el plan

Plantéate de verdad por qué nunca llegas a tu hora al trabajo, siempre te saltabas la primera hora de clase, jamás estás a tiempo cuando van a pedir los entrantes o has anulado una y otra vez la cita con ese colega de la facultad que 'tantas ganas' tienes de ver. ¿De verdad querías hacer esos planes?

Puede que tu vida esté pidiendo a gritos un cambio, pero, ojo, no lo hagas a costa de quitarle tiempo a los demás.

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