Armas químicas: cronología de una infamia

Si bien resulta demagógico escandalizarse por ver al enemigo fumigar con gas sarín mientras utilizas drones que lo masacran una guerra más allá, el uso indiscriminado de armas químicas y biológicas representa el último escalón en el desprecio total por la vida humana y todo el ecosistema que lo rodea para varias generaciones. Es una forma de entregarse al terror total para vender miedo hipotecando tu especie y su hábitat, normalmente por delirios de grandeza.

Repasando la historia se aprecia que no hay grandes excepciones en su uso indiscriminado. Naciones que lideran hoy la ofensa mundial por su uso abusaron de ellas en el pasado. Científicos que trabajaron años en sintetizar gases de uso exclusivo bélico, luego se redimieron enfocando sus descubrimientos al mundo de los fertilizantes. Tratados que firmaron medio planeta luego llevaban excepciones que permitían la respuesta con guerra química siempre que te gasearan a ti primero.

En general lo más llamativo y asqueroso de esta guerra sucia es que ha sido siempre un punto de estrategia para comerciar con el terror de los más débiles en beneficio propio. La guerra, vaya.