TecnoXplora » CienciaXplora » Descubrimientos

UN ESTUDIO DESMIENTE LO QUE SE CREÍA HASTA AHORA

Las avestruces llegaron volando a África

Un estudio indica que las avestruces y muchas otras aves gigantes no voladoras que hoy viven en el hemisferio sur descienden de un pariente común que sí podía volar.

Un antecesor de las avestruces

Un antecesor de las avestruces CienciaXplora

Publicidad

¿Te has preguntado cómo llegaron las avestruces a África sin poder volar? ¿Y los emús a Australia, o los ñandús, las avestruces americanas, a América? Los científicos llevan décadas intentando responder a estas preguntas, a veces sin mucho éxito.

Hasta ahora se pensaba que todas las aves pertenecientes a este grupo, conocido como ratites, venían de un ancestro común que no podía volar. La explicación para que hoy en día haya ratites en América, África, Australia y Nueva Zelanda se atribuía a que todas vivieron un día juntas en el supercontinente llamado Gondwana. Cuando este comenzó a separarse, hace más de 100 millones de años, los ratites quedaron separados y evolucionaron hasta las formas actuales tan variadas.

El nuevo trabajo pone esta hipótesis patas arriba. El estudio, publicado en Science, ha sido el primero en analizar el ADN de las llamadas aves elefante, pájaros no voladores extintos que alcanzaban los tres metros de altura y los 275 kilos de peso y que vivieron en Madagascar, otro de los pedazos que se desgajó de Gondwana. Hasta ahora se pensaba que estas aves eran parientes cercanas de las avestruces, que, con sus hasta tres metros de altura y 180 kilos, son las mayores de las aves conocidas.

Los investigadores han conseguido extraer ADN de huesos de aves elefante que se conservaban en el Museo de Nueva Zelanda Te Papa Tongarewa. Este muestra que aquellas aves y las avestruces están muy alejadas genéticamente y que, sin embargo, su pariente más cercano es el kiwi. Las aves elefantes eran herbívoras, diurnas y uno de los pájaros más grandes que han pisado el planeta. En cambio el kiwi es nocturno, herbívoro y del tamaño de una gallina. Y aún así ambos están íntimamente emparentados, dicen los científicos de la Universidad de Adelaida que han dirigido el estudio.

Los resultados son un alivio para muchos neozelandeses. En 1990, otro estudio aseguró que el kiwi, ave nacional de Nueva Zelanda y todo un fetiche para sus habitantes, descendía de dos parientes australianos: el emú y el casuario.

“Los neozelandeses estaban consternados, estupefactos, al descubrir que el ave nacional era un inmigrante de Australia”, ha reconocido Alan Cooper, coautor del estudio y director del Centro Australiano de ADN Antiguo. A Cooper parece costarle esconder su sentimiento de culpa y es consciente de la importancia de su trabajo no solo para la ciencia. En 1990, cuando aún no se había secuenciado el genoma humano y extraer ADN de una especie extinta era aún una técnica experimental, Cooper firmó aquel estudio en el que apuntaba que el kiwi era australiano. “No puedo sino disculparme de que hayamos tardado tanto en aclarar el asunto”, confiesa ahora el científico en un comunicado de prensa difundido por su universidad.

Las consecuencias de su trabajo van más allá de la competición entre Australia y Nueva Zelanda. Los resultados implican que los kiwis, las aves elefantes y probablemente el resto de ratites vienen de un ancestro común que podía volar. De hecho el trabajo calcula que estas aves perdieron su capacidad de vuelo mucho después de la separación de Gondwana en los diferentes continentes. De hecho, estas aves gigantescas habrían aprovechado la extinción de los dinosaurios para expandirse por el hemisferio sur y establecerse como herbívoros dominantes en la ausencia de mamíferos.

“Creemos que los ratites aprovecharon esa breve ventana de oportunidad para convertirse en grandes herbívoros y una vez que los mamíferos se hicieron grandes, hace unos 50 millones de años, ningún otro pájaro podía intentar esa idea a no ser que viviese en un aisla sin mamíferos, como el dodo”, explica Cooper en referencia al ave no voladora de las islas Mauricio, en este caso aniquilada por el hombre en el siglo XVII.

El trabajo explica ahora por qué era tan difícil averiguar cómo estas aves no voladoras conquistaron medio mundo, “Ahora vemos que muchas de ellas desarrollaron cuerpos muy similares de forma convergente, lo que nos ha complicado mucho el análisis de su historia”, dice Mike Lee, otro de los autores del estudio.

En último término, el estudio también explica por qué el kiwi es tan diminuto comparado con sus parientes. “Cuando llegó a Nueva Zelanda, el papel de herbívoro grande ya había sido ocupado por el moa, lo que forzó al kiwi a quedarse pequeño y hacerse insectívoro y nocturno”, señala Lee. Miles de años después, los moas, unas aves gigantes que superaban los tres metros de altura, se extinguieron en el siglo XIII también por culpa de los humanos. Los kiwis, aunque en peligro de extinción, aún siguen ahí.

Publicidad