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TODO TIPO DE BASURA POR EL ESPACIO

Los objetos humanos más raros que nos hemos dejado fuera de la Tierra

Desde cenizas de difuntos a una Biblia, desde excrementos a pelotas de golf. Hay algunos peligrosos, y otros ya desintegrados. Esta es la huella del impacto ambiental que ha dejado nuestra presencia en el espacio.

Objetos por el espacio

Retrato de familia que Charles Duke dejó en la luna durante la misión Apolo 16 en 1972 NASA

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La prenda de vestir más peligrosa de la historia es un guante que viajó durante meses a 28.000 kilómetros por hora en órbita alrededor de la Tierra. Se trata del primer objeto cotidiano que el hombre abandonó en el espacio como basura espacial. Fue en el año 1965, durante el primer paseo espacial de un norteamericano, el astronauta Edward White, que perdió el guante asesino en un descuido cuando salió de la Géminis 4.

Tan solo siete años antes nacía el concepto de basura espacial. El segundo satélite estadounidense lanzado al espacio, el Vanguard I, se convertiría en la chatarra más antigua que orbita sobre la Tierra después de solo seis años de vida útil. Hoy todavía pulula a 15.000 kilómetros hora sobre nuestras cabezas. El ingenio, de sólo 1,47 kilogramos, lleva más de 200.000 vueltas a la Tierra y es el objeto construído por el hombre que más distancia ha recorrido en el espacio, solo superado por las sondas Pioneer y Voyager.

Eran tiempos en los que la NASA no planificada la reentrada de los satélites para no saturar las órbitas.

Pero ¿cuáles son los objetos humanos más raros que hay fuera de la Tierra? ¿Te creerías si te cuento que hay varias jabalinas, pelotas de golf, cenizas humanas o incluso una Biblia?

Quizás el ‘totemismo’ por los objetos humanos del espacio exterior comenzó con el disco de oro lanzado en las Voyager. Un vinilo dorado para gramófono que recoge los saludos en 55 idiomas destinados a una supuesta civilización inteligente. Hoy ese disco con los ‘Sonidos de la Tierra’ preparado por Carl Sagan está en el espacio interestelar a 20.000 millones de kilómetros.

Las misiones del programa Apolo que pisaron la luna llevaron todo tipo de objetos, reliquias e instrumentos de medida que posteriormente abandonaron en nuestro único satélite natural. La NASA tiene un inventario de todos los cosas olvidadas en cada una de las misiones. Muchos de los objetos trataban de vestirse con un fetichismo espacial para intentar de alguna manera atraer la saturada atención pública tras 17 misiones.

Las pelotas de golf las usó Alan Shepard durante la misión del Apolo 14. El astronauta ocultó a los ingenieros la cabeza de un palo de golf (hierro 6) que engarzaría más tarde a un palo de una herramienta de excavación y con la que golpearía las bolas ante el asombro de medio mundo. Algo parecido ocurrió con las jabalinas improvisadas. En esa misma misión se instaló una estación científica llamada ALSEP para la extracción de rocas. Allí abandonaron los astronautas un paquete con una Biblia en microfilm, no se sabe muy bien con qué propósito científico.

En la Estación Espacial Internacional también se ha contribuido sin pausa a aumentar el catálogo de objetos imposibles orbitando nuestro planeta. En 2007 la astronauta Suni Williams estaba arreglando un panel solar cuando se le escapó una cámara de video al espacio, todo ello capturado en directo por otras cámaras de la NASA. Algo similar ocurriría un año más tarde: la astronauta Heidemarie Stefanyshyn-Piper dejó escapar una bolsa de herramientas valorada en más de 80.000 euros mientras la intentaba limpiar con una toallita de un escape de grasa. La aceitosa bolsa se desintegraría en la atmósfera casi un año después tras el seguimiento exhaustivo de la agencia norteamericana.

Además de las ocurrencias y los despistes, normalmente los objetos obsoletos son reciclados y devueltos a la Tierra... pero no siempre es así. Un tanque con 1.400 litros de amoniaco estuvo casi dos años allí arriba dando vueltas antes de caer en algún lugar del Pacífico Sur. Se trataba de los desechos del sistema de enfriamiento de la EEI. La NASA pensó que era mejor tirarlo a la papelera espacial que ocupar asiento en un viaje de vuelta.

Si hay un objeto humano extraño, casi apocalíptico, que orbita por el espacio son las dos gigantescas esferas de aluminio de media tonelada, sin sensores o dispositivos electrónicos y con 426 reflectores a modo de espejos que se pusieron en órbita en los '70 y '90. Son los llamadas LAGEOS, dos satélites ‘esculturales’ que se limitan a reflejar su posición para estudios de geodinámica de la Tierra.

LAGEOS

Pero lo que más abunda en el catálogo de objetos y desperdicios imposibles son las excreciones humanas. Hasta 96 bolsas monodosis con orines, vómitos y excrementos siembran la Luna como vestigio antropomórfico que estudiarán los que nos sobrevivan, una huella de nuestros genes y costumbres que aparecerán en los documentales de civilizaciones futuras. Hasta que se procedió a su reciclaje en la Estación Espacial, esa orina era expulsada al exterior para congelarse en cristales brillantes a modo de estela escatológica.

Esta estela de excremento y orín puede mezclarse en cualquier momento con las cenizas de los 24 estadounidenses enterrados sobre nuestras cabezas. El 21 de abril de 1997 un cohete Pegasus Xl lanzado desde Gran Canaria dejó en órbita el satélite Minisat 1, que diseminó con sus cenizas parte de su trayectoria. Uno de los excéntricos afortunados fue Gene Roddenberry, el famoso director de 'Star Trek'.

Hay objetos raros que, afortunadamente, no son hoy basura espacial. A principio de los '90 el Congreso norteamericano aprobó una ley para impedir un monstruoso proyecto de publicidad espacial. Una empresa tenía un diseño de gigantescas vallas publicitarias hechas de una especie de Mylar muy ligero y resistente. La idea era construir estas mastodónticas vallas y ponerlas en órbita para intoxicar nuestros paisajes astronómicos nocturnos con mensajes brillantes tipo “Beba Coca Cola”. El patrocinio de estas marcas sufragaría parte de los programas espaciales. Afortunadamente imperó la cordura.

No solo las agencias son las responsables de este registro fetichista. Muchos amateurs o aprendices de científicos locos han intentado lanzar objetos imposibles al espacio. La tecnología para ello es bien sencilla, lo difícil es lograr colocarlos en órbita. Como por ejemplo, los paseos efímeros de la ‘Operation Skyfall’, la primera hamburguesa en el espacio, o el hombrecito Lego, una figura enviada al espacio por unos estudiantes canadienses. Si lo que quieres es colocar tu amuleto, minisatélite o cualquier otro pequeño objeto en órbita, por unos 65.00 euros hay empresas que venden tu sueño.

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