Analizamos uno a uno la colección de personajes Pokémon, no los de la serie sino los de la trama gallega. El primero, José López Orozco, alcalde socialista de Lugo, tuvo varios motes. Es lo que en el argot de los entendidos de Pokémon se llama "evolución".
Primero le llamaron "el cura", y al final se convirtió en "el sacerdote". Cuando el alcalde se sentó delante de la jueza, confesó que el apodo no le hacía gracia. "Cuando vi que decían que me conocían como el cura, me produjo un disgusto como usted se imagina. Yo estudié para cura, tres años… y algo me quedó. Por mi forma de hablar, debatir con la gente. Alguna vez sí que me lo han dicho que parezco un monseñor".
Sus puntos de fuerza, de los que se le acusa, son el cohecho y el tráfico de influencias. La policía apunta como sus debilidades: ser sospechoso de cobrar dinero de la trama y de enchufar a una persona.
Él dice lo mismo siempre que le preguntan. No dimite. Y la oposición le contesta:"Lo primero que tiene que hacer es marcharse".
Este es su argumento cuando habla de un imputado del partido socialista. Pero ojo, eso no es para todos. Al preguntarle por él, alcalde de Santiago, también imputado y del Partido Popular, la cosa cambia. En un vídeo, el alcalde de Lugo, alias "cura", le rinde homenaje a otro de los principales imputados de la trama. Francisco Fernández Liñares era su mano derecha. Su concejal de urbanismo. Incluso en sus vídeos electorales le deja un puesto preferente. A su vera, acompañándole hacia la victoria en las urnas.
Como jugador pokémon, Francisco Fernández Liñares tiene una lista de debilidades infinita. Le habrían sobornado con un sueldo mensual de 3.500 euros, relojes, botellas de vino, plumas estilográficas, e incluso cabritos, truchas y perdices.
E incluso, según la Policía, llegaron a plantarle 4.000 eucaliptos en su finca. Es un hombre de poca altura al que la trama bautizó como "Garbancito" y al que, no sin ironía, acabaron llamando Tachenko, en honor al jugador de baloncesto.
Cuando Garbancito o Tachenko, se sienta delante de la jueza, justo antes de empezar, pide la palabra. "Quería empezar manifestando mi absoluto arrepentimiento. Estoy arrepentido y creo que es lo que procede".
A partir de ahí, son horas de declaraciones, en las que reconoce todo. Manuel Santiso le entregó unos 20.000 euros en varias entregas. Pillaba de todo, tenía un par de libretas en las que apuntaba todo lo que le daban.