Es el cierre de campaña para las elecciones generales de 1993. Aznar casi puede tocar la Moncloa. Sube decidido al estrado. Pero se empieza a escuchar un clamor entre el público. Aznar hace un gesto con la mano para detener el entusiasmo, pero no le hacen caso. Tiene que comprometerse con los fans de su mujer, para acallarlos: “Luego sube Ana”. A arrastras al final del discurso, cuando llega el momento de los aplausos, Aznar lleva a Botella ante un público entregado.

Años antes habría sido impensable para Ana Botella un panorama así. “Yo me casé con un joven de 20 que no era político”, comentaba Botella en una entrevista con Nieves Herrero. Ella y José María Aznar se conocieron en el último año de carrera de Derecho y  dos años después, en 1977, se casaron; Cuando su marido se convierte en alternativa de gobierno, ella es su mayor entusiasta.

Cuando se culpa a Aznar de no tener carisma, ella le acompaña a muchas entrevistas para acercar la imagen de su marido al pueblo llano.
Las entrevistas se convierten en una fiesta de revelaciones de la intimidad de la pareja. Ana Botella llega a acudir a telemaratones solidarios en los que se subastaban efectos personales de su marido.

Incluso cuando se reúne a estrellas de los 90 como Manolo Tena o Martirio para cantar contra la guerra allí esta ella, aunque no se le notaba especialmente cómoda. El PP se da cuenta del tirón de la aspirante a primera dama. Así que en cada mitin, cuando aparece el candidato, entre la corte que le rodea siempre va su esposa. Su imagen es por entonces la de una mujer moderna. Casi feminista. En defensa de la igualdad.

Su fama creció tanto que empezó a ir a entrevistas sola y se empezaba a intuir que podía tener aspiraciones políticas. Sin embargo ella lo negaba una y otra vez. Pero cambió de opinión. Su salto a la política llega de manos de un viejo amigo. Alberto Ruiz Gallardón se la lleva al Ayuntamiento de Madrid. Primero como concejala de Asuntos Sociales y después en Medio Ambiente, donde saca pecho criticando los coches contaminantes del Gobierno socialista de entonces pero se hace famosa por usar su coche oficial para ir a la peluquería.

Todo cambia cuando Gallardón es nombrado ministro y Ana Botella hereda a dedo y sin urnas el cargo de alcaldesa de Madrid el 27 diciembre 2011. Ana Botella acaba de heredar la ciudad más endeudada de España. No tiene posibilidad de hacer nada que implique gasto. Así que convierte la defensa de la austeridad de Rajoy en su principal motivo de gobierno.