La presencia de Chicote reaviva el restaurante con la presencia de nuevos clientes. En el servicio de comidas, la gente pide el menú de degustación. Cristóbal se encarga del revuelto que Chicote le ha enseñado para motivarle.

Las comandas de ‘El Yugo de Castilla’ se las dicen de viva voz “así no me vuelvo loco”, comenta Cristóbal. Él va cocinando y ya está, aunque no sepa cuánto ni qué tiene que hacer, siempre bajo la atenta mirada del chef que tiene que estar atento porque al dueño se le “pira”.

Merche informa que los clientes preguntan si tienen pescado. Cristóbal se molesta con la cuestión. “Que no entre nadie más. Tengo un menú y el que quiere que lo coma y quien no, que se vaya a su casa”. Chicote se teme que es lo que hacen, irse a otro lado. “Quien quiera pescado que se vaya al hospital que lo hacen cojonudo”.

Al propietario se le acaban los huevos y manda a Chicote a por ellos. No deja de vacilar al chef y se queja porque el revuelto le hace sudar con tanta vuelta. Aunque reconoce que está rico.