Siempre juntas y en fila india estas orugas procesionarias atraen especialmente a la atención de los niños. Durante el invierno permanecen en estado larvario pero al llegar la primavera salen de los nidos que hacen en las copas de pinos, abetos y cedros y se dirigen a la tierra. Algunos ayuntamientos como el de Torrent en Valencia están instalando mecanismo para combatirlas.
Están recubiertas por una pelusa altamente urticante que en el caso de los perros es todavía más peligroso que el de los niños. Les producen reacciones alérgicas intensas que en casos extremos pueden llegar a provocar incluso la muerte del animal.
La masiva proliferación de estos insectos afecta sobre todo a zonas del mediterráneo, interior y sur de la península. Los médicos alertan del riesgo que suponen.
Expertos recomiendan para aliviar la picadura echarse agua caliente porque inactiva el veneno, si en unas horas no desaparece debe recurrir a los antiestamínicos. A pesar de fumigarlas, hacerlas desaparecer es prácticamente imposible.