Quique Morales ha entrevistado a diferentes personas sin hogar. La primera, una familia que se encontraba a las puertas del Samur Social en Madrid.

Dos padres y dos niñas menores que llegaron a España huyendo de la violencia de El Salvador. Han pasado sus primeros siete días en nuestro país durmiendo en casa de un hombre que les acogió, y esa noche no sabían dónde iban a dormir. "Uno aguanta un poco más en la calle, pero ellas son unas niñas", comenta la madre tratando de aguantar las lágrimas.

Rosario, de 66 años, y Antonio, de 45, viven en una tienda de campaña en la calle. Ambos trabajaron, ella de limpiadora y él de peón. Rosario es la única que cobra la pensión, pero son menos de 700 euros. "Me lavo con un barreño, ante todo somos personas", explica. Su compañero dice que duerme con una navaja en la mano, por miedo.

Ricard tiene 61 años y lleva 40 años en la calle: "No es vida esto, duermo donde pillo, pero estoy acostumbrado", explica. Por su parte, Alberto tiene 45 años y vive en la calle con su perro. Cobra una pensión de invalidez de 400 euros que no le dan para comer y vivir y por eso duerme en la calle.

Asegura que verse en su situación le puede pasar a cualquiera: "No estás tan lejos, un par de meses sin trabajo y te puedes ver en la calle". Pide que se suban las pensiones al salario mínimo interprofesional. Ahora que llega la Navidad, reconoce que es una época dura: "Para mí la Navidad es cínica. Llevo diez Navidades solo, sin tener ningún sitio al que ir, te saca la lagrimilla".