Los ingleses molan, les debemos el fútbol y son de lo mejorcito en cuanto a transparencia. Saben exactamente cuánto dinero público aportan a su monarquía y cómo se gasta. Por ejemplo, la Reina tiene una bodega valorada en 460.000 euros, matrícula de honor en enología y en transparencia.

Los franceses, cuentas claras. Llegamos a ver que Eliseo tiene una conexión a internet de medio millón de euros, y que François Hollande cobra 15.000 euros al mes, no está mal, pero el sueldo del presidente hay que buscarlo aparte.

Los italianos, igual, el Crinale, la Moncloa de allí, se gasta unos 180.000 euros en arreglar sus jardines y otros 400.000 en comida. La nómina del presidente napolitano no aparece, pero la publicaron en una nota, así que se llevan un notable.

¿Y los nuestros?
La Casa Real publica el sueldo del rey, sí, unos 300.000 euros, pero el presupuesto viene sin detalle. Material y suministros, arrendamientos y cánones, así, en plan genérico. Y no nos cansaremos de repetir que ignoramos cuánto cuesta de verdad nuestra monarquía. Varios ministerios le dedican al año millones de euros, algunas partidas las sabemos, otras no.