Enrique Gonzalez Camacho, de 35 años, puede contar en primera persona cómo es vivir el día a día con una enfermedad mental. Además, forma parte de la 'Confederación Salud Mental' de España.
Enrique ha comenzado narrando cómo se dio cuenta de que padecía una enfermedad mental: "Tenía 19 años, me había ido del lugar en le que vivía y el estrés empieza a aparecer, comencé a tener una especie de síntomas en los que no me reconocía a mi mismo".
Entonces ingresó y salió con un primer diagnóstico: "un brote psicótico". Respecto a la adaptación a una nueva vida de fármacos y hospitales, Enrique ha reconocido que él mismo "tenía muchos prejuicios acerca de los problemas de salud mental": "Todo me sonaba a lo que le puede sonar a la mayoría de la gente, a peligrosidad o a que está loco. No tenía información, era algo que de repente apareció; no en mi vida, si no en la de mi familia también".
"Se ha intentado equiparar la salud mental como si fuera algo más del hospital, pero luego las condiciones son muy diferentes", ha explicado, y es que "son puertas y ventanas blindadas": "Un espacio restringido donde estamos mucha gente sufriendo y yo desde mi experiencia personal viví eso con mucha angustia, empeoraba cuando me ingresaban", ha recordado.
Incluso, aún recuerda alguna anécdota: "Automáticamente por falta de recursos o de personal, levantarme para pasear por el pasillo por la noche y como no puedes porque es una de las normas, atarte a la cama por eso". "Hoy en día la OMS califica las contenciones como torturas", ha explicado.
La vida de Enrique cambió, entre otros motivos, porque la medicación también tiene muchos efectos secundarios que "dificultan levantarte por la mañana, estudiar...". "En el último brote tuve suerte de conocer a una psicóloga que fue la que me trataba con humanidad y sentía que no había barreras a la hora de hablar con esa personas. A partir de esa última experiencia, mi vida comenzó a cambiar", ha recordado, afirmando que allí fue cuando comenzó a entrar en la entidad donde encontró que no estaba solo.
Ese trastorno también condicionó la vida laboral y amorosa: "Tienes efectos secundarios de la medicación, no te sientes del todo seguro", y por eso, asegura que le "costaba encontrar una pareja".
El estigma de este tipo de enfermedades sigue vivo, y es que, tal y como afirma Enrique "no se habla de las enfermedades de salud mental en positivo": "Estoy seguro de que en cualquier ámbito laboral, familiar, muchas personas están tomando medicación, pero no sienten la libertad para decirlo y es importante que se haga para que todos salgamos del armario de la salud mental, de la locura, para que podamos hablar de esto tranquilamente".
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