Rafael Vega era uno de los 91 españoles que estaba participando en la maratón de Boston. "Ha sido una noche larga, pero afortunadamente la estamos viviendo que es lo verdaderamente importante", explica Rafael. La primera explosión pilló a Rafael a 600 metros de la meta. "Estábamos casi llegando, cuando de repente escuchamos la primera explosión. Fue un sonido seco, metálico; como si fuera una alcantarilla levantándose".

Rafael pensó que se trataba de una fuga de gas. "Cuando vimos llegar a la policía, bomberos y ambulancia nos temimos lo peor". El corredor da gracias de estar vivo. "Si hubiese seguido el tiempo que yo tenía previsto, la explosión me hubiera pillado en la línea de meta. Me fallaron las piernas, eso me salvó la vida".

Su mujer, Nuria, estaba en la grada esperando su llegada. "Tras las explosiones, lo primero que pensé fue en mi mujer. No tenía manera de comunicarme con ella. Cuando llegue a la meta todo estaba acotado y cortado".