Aidan, el hijo de Silvia sufre trastorno del espectro autista. Asistía a educación especial: allí su madre sentía que estaba "condenado".
"Es que es el "diferente", es el "raro", es "el que no puede" y estaba ahí señalado", dice Silvia Ramírez, la madre de Aidan.
Ahora, en un colegio ordinario, recibe apoyo según sus necesidades. Ramírez cree que la medida del gobierno es muy postiva. "Tenemos que dejar de hablar de educación ordinaria y especial, porque la educación debería ser educación", subraya.
Es lo que el CERMI llevaba años pidiendo: "Es una oportunidad embrionaria para que estos niños y niñas aprendan a convivir pero también para que los demás niños aprendan de la diferencia", explica Jesús Martín, portavoz del CERMI.
Una opinión que comparten con plataformas como 'Plena Inclusión España', que creen que si los recursos que se destinan a los centros de educación especial se usan en las escuelas ordinarias puede garantizarse la total inclusión.
Pero no todos piensan igual. La hija de Paco Bescós tiene tres años, sufre parálisis cerebral y asiste a un colegio de educación especial.
"Sacar su potencial máximo no se consigue con un profesor de apoyo y una logopeda para todo el colegio", afirma Bescós.
Por eso cree que si sale adelante la medida del Gobierno su hija se desarrollará de la forma correcta.
"Estar en un colegio con otros niños no se puede llegar a considerar tan inclusivo como que en el futuro puedas llegar a caminar y a comunicarte con ellos", explica.
Los padres que piensan como él se han unido en una plataforma. "Sacar un niño de ese contexto donde está tan bien sería un drama", razona Terry Gragera, portavoz de la plataforma 'Educación inclusiva sí, especial también'.
Para algunos es un drama pero para otros es la forma de no excluir a los niños por razón de discapacidad.
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