La trashumancia cada vez está más en desuso, pero en nuestro país aún sigue habiendo pastores que se dedican a esta práctica y cada día de año es igual para ellos. "Por la mañana nos despertamos y llevamos a los animales al campo para soltarles, y por la tarde otra vez lo mismo", nos cuenta Eduardo del Rincón.
Esto lo tienen que hacer los 365 días del año y muchos de ellos tienen que dormir a la intemperie "con unos sacos o unas mantas mientras tenemos al ganado encerrado en un cercado".
Pero para Eduardo, esto no es un castigo: "A mí me gusta porque estás conectado con la naturaleza y es muy agradable, sobre todo cuando el campo está bonito. Aunque este año no está todo lo bien que debería estar".
Una muestra de la dureza de su trabajo es que desde hace más de 20 años no ha vuelto a tener vacaciones. "Cuando me casé fui una semana a Sevilla, pero desde entonces no he vuelto a tener vacaciones", nos cuenta.
En lo que sí han progresado es en el uso de la tecnología y ahora reconoce que, como en muchas profesiones, "sin móvil no seríamos nada".