Isabel Matute trabaja diez horas al día elaborando calzado para un taller desde su propia casa. Ella pone su maquina, su hilo, sus agujas, pero nadie le pone un contrato. "No tengo contrato; por tanto, ningún derecho", critica. Su compañera Carmen García se suma a su denuncia: "No tenemos paro, no tenemos prestaciones ninguna".
Son aparadoras sin contrato, un ejemplo de economía sumergida en la boyante industria del calzado de Elche. "Calculamos que por encima del 50% de la contratación que hay estaría en esos parámetros", apunta Martín Carpena, secretario general de CCOO en Vinalopó-Vega Baja.
El sindicato estima además que hay unas 2.000 aparadoras ilicitanas trabajando sin cotizar y con miedo a denunciar. "Estamos viviendo una especie de esclavitud consentida y alguien lo tiene que parar", asegura una afectada. Ellas han decidido decir basta a esta situación y han decidido crear la primera Asociación de Aparadoras de Elche.
Auroa Sales, miembro de la asociación, afirma que "es importante esta asociación para juntarnos todas". "Estamos perdiendo un poco el miedo y saliendo a la calle y luchando", añade Mabel Manzano, otra aparadora. Dicen que se han inspirado en 'las kellys' para salir de la invisibilidad. La asociación se constituyo en abril con 20 personas, pero esperan crecer pronto. La Universidad de Alicante estima que hay unas 7.000 mujeres en situación similar en toda la provincia.