Su infancia está  marcada por golpes, gritos y  palizas. Durante 17 años vio cómo su padre pegaba a su madre, un miedo que compartió con sus dos hermanas.

Recuerda perfectamente cómo eran las noches, dormían en alerta, siempre con un ojo abierto. Fue en ese momento cuando su madre decidió poner fin a 21 años de constantes palizas, Edra pudo elegir y no tuvo que volver a ver a su padre, pero su hermana de once años sí, tres horas a la semana por imposición del juez.

Cree que las medidas de protección hacia el menor en estos casos son mínimas. Lo mismo que denuncian las asociaciones de víctimas de malos tratos.

Y nos dan un dato: en 2011 y 2012 solo se suspendieron en poco más de un 3% de los caso el régimen de visitas del maltratador hacia sus hijos, un dato marginal dicen. En lo que va de año, ya han muerto dos menores en casos relacionados con la violencia machista, el año pasado fueron siete y en 2012 seis.

Estos menores sufren secuelas de por vida. Ahora, con la nueva ley de protección a la infancia por fin van a ser considerados víctimas directas.