Dicen quienes conocen de cerca a Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y nueva secretaria general de Podemos, que es una mujer muy pasional. Que lo que hace, lo hace de verdad. Ya sea organizar un grupo parlamentario, enfadarse, negociar acuerdos para un Gobierno de coalición o coger las riendas de un partido descabezado tras la marcha de su líder histórico.

Puede que sea porque, realmente, a Ione Belarra Urteaga (Pamplona, 25 de septiembre de 1987) siempre le han ido lo que otros considerarían causas perdidas. O puede que sea porque, sencillamente, Belarra siempre ha estado ahí. En una segunda línea, hasta que, después de caer tantas fichas, le ha tocado su turno.

Curtida en el activismo y en la investigación universitaria, a Belarra la conoció el gran público cuando, aupada por su amiga y jefa Irene Montero, de baja de maternidad y crianza, le tocó asumir la portavocía de Podemos. Mucho ha llovido desde entonces.

A Belarra la conoció el gran público cuando, aupada por su amiga y jefa Irene Montero, de baja de maternidad y crianza, le tocó asumir la portavocía de Podemos

Tanto, que a pesar de que todo apuntaba a que la hoy ministra de Igualdad sería la que heredaría el liderazgo del partido cuando Pablo Iglesias diera un paso atrás, ahora, es ella la que ha conseguido los votos de los simpatizantes y afiliados en Vistalegre 4 este mismo fin de semana para ser la flamante secretaria general.

Ella, que está fuera del círculo fundador de Podemos y que uno de sus primeros roles en la formación fue el de ser responsable de aplausos en la bancada, el rol equivalente a la claque teatral. Un trabajo de fondo, hasta llegar ahora a lo más alto.

Desde el minuto uno con Irene Montero

La carrera de Belarra siempre ha sido de pasitos en la sombra, de poquito a poco, un recorrido de fondo. Hija de abogada y psicólogo, su mayor virtud política es la de resistir y estar, más que sobresalir en la primera línea teórica u oratoria entre los cuadros de la formación política.

Fue así desde el primer momento, apuntan fuentes de Podemos a laSexta, cuando, gracias al músculo parlamentario que el partido consiguió en las elecciones de 2015, Irene Montero pudo empezar a formar su equipo y se acordó de una compañera de la facultad, cuando ambas estudiaban Psicología en la Universidad Autónoma de Madrid, para que fuera su primer contrato. Su asistente.

Hija de abogada y psicólogo, su mayor virtud política es la de resistir y estar, más que sobresalir en la primera línea teórica u oratoria entre los cuadros de la formación política

Porque Montero y Belarra ya eran amigas. Una dupla bañada en confianza mutua y que se cimentó en los intereses comunes: no sólo cursaban la misma licenciatura -aunque en años diferentes-, sino que su especialización fue la misma: la psicología de la educación.

Ese poso sigue, a pesar de los años. O quizás gracias a eso. “Tienen una afinidad, de años juntas, de activismo y de ser amigas. Se compenetran muy bien, se entienden. Es como si trabajas con alguien que conoces y quieres mucho, y no hace falta decirle nada porque con una mirada ya os entendéis. Todo se engrasa”, sonríen desde el entorno de Montero en conversación con esta cadena.

Siempre del lado de la inmigración

Sin embargo, los inicios profesionales de ambas tomaron derroteros distintos. Belarra, tras graduarse en una FP de Integración Social en 2007, licenciarse en 2012 y completar su máster en 2014, coqueteó con el mercado laboral en la parcela de la inmigración.

Su experiencia previa a la política va ligada a Cruz Roja Juventud, SOS Racismo y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR)

Lo hizo gracias a dos becas, una de formación y otra de investigación predoctoral. También a su experiencia previa en ONG, donde se incluyen Cruz Roja Juventud, SOS Racismo y la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).

Fue por entonces, detallan desde su círculo más cercano, cuando sucedió el episodio que la empujó definitivamente a la arena política: la deportación repentina de un amigo migrante.

Pese a que es conocida por su tono duro y beligerante, especialmente en los últimos tiempos y gracias a enfrentamientos con compañeros de Gobierno como la ministra de Defensa, sus compañeros destacan que es una política “con luz”. “Es de esas personas que hablas con ella y es buena persona. Es importante por su activismo: estaba muy relacionada con personas migrantes, sin hogar… gente en los márgenes y que cuesta que se preocupen mucho por ellos. Siempre ha peleado mucho”.

Fue Belarra quien fichó a Serigne Mbayé, el senegalés portavoz del sindicato de manteros de Madrid, para la Asamblea de Madrid en estas últimas elecciones autonómicas

No se ha olvidado de dónde viene: el activismo social. No ha olvidado ese contacto con los movimientos. Creo que es una persona -en política hay mucha gente que ve el bosque pero no los árboles-, que entra al detalle de las cosas. En lo concreto”, comentan desde la bancada de Unidas Podemos.

Precisamente, gracias a su ligazón con los migrantes -que no se ha diluido, puntualizan, desde que está en política- que se fraguó la candidatura de Serigne Mbayé, el senegalés portavoz del sindicato de manteros de Madrid, para la Asamblea de Madrid en estas últimas elecciones autonómicas, que finalmente consiguió el acta. Fue ella, precisan desde el partido, quien le fichó.

Una organizadora nata

Más allá de sus convicciones políticas, lo que destacan todas las personas que han conocido a Belarra es “su capacidad de trabajo”. Siempre armada de papeles, de carpetas, con un bolígrafo multicolor para poder organizar una carga de trabajo a la que nunca dice que no.

“Ione está siempre disponible, siempre al quite del teléfono. Responde rapidísimo, da igual la hora”, deslizan. “Pero eso no le impide conciliar”, matizan, puesto que Belarra fue madre en mayo de 2020 y encontró el amor también en el partido. Su pareja, Ignacio Ramos Delgado, fue asesor del grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados y está incluido en su candidatura a liderar la formación morada.

Belarra fue madre en mayo de 2020 y encontró el amor también en el partido. Su pareja era asesor en el Congreso

Muy cercana tanto al propio Iglesias -que la fichó para la Secretaría de Estado 2030, primero, y la eligió como su sustituta al frente del Ministerio de Derechos Sociales cuando él decidió concurrir a las elecciones madrileñas-, como a los diputados Rafa Mayoral, Pablo Echenique, Noelia Vera o Sofía Castañón, todos sus compañeros destacan de ella que no suele apagar el teléfono para lo que trabajo se refiere. Empieza las jornadas bien temprano, y suele ser la primera en llegar al ministerio.

Una negociadora "firme"

Sin embargo, “no es cuadriculada, porque es flexible. Sólo cuando eres organizado ser flexible es una posibilidad. Siempre tiene buenas palabras, incluso en los momentos con más tensión. Carácter afable, con tantísimas presiones encima, sabe dar las gracias siempre. Y eso, en la política representativa, cuando se va acumulando tantísima tarea, se puede llegar a perder”, destaca la propia Castañón cuando laSexta le pregunta.

Ione Belarra negoció con Félix Bolaños el armazón del Gobierno de coalición

“Es una compañera que está en el escaño todo el tiempo que tiene que estar”, sumariza. Otras voces dentro del partido, que prefieren no dar su nombre, comentan que tiene dos virtudes. Primero, que es una persona “muy empática”, capaz de ponerse siempre en el otro lado.

Segundo algo ya demostrado, que es una negociadora dura, “muy firme y tenaz, en el trabajo colectivo y en el particular”, ya sea con el socio de coalición o con cualquier otro. Porque fue ella, de la mano de Echenique, quien se puso al mando de las reuniones para formar gobierno con el PSOE el verano y otoño de 2019. Frente a Belarra, el socialista Félix Bolaños, hoy secretario general de Presidencia.

Patinadora en su tiempo libre

Fan del cine, de la electrocumbia y del patinaje de velocidad -deporte que cultivó de pequeña en su Pamplona natal, aunque su familia sea de Alsasua-, Ione Belarra poco tiene que ver con lo que Podemos está acostumbrado. Un perfil diferente, quizás menos potente, pero sí más aglutinador.

Es fan del cine, de la electrocumbia y del patinaje de velocidad

Porque Belarra no es una gran teórica de la política. Tampoco está curtida en el debate público: no tiene la fuerza mediática ni el interés de los que sí gozan otros miembros. Es probable que estas sean las virtudes que en unas horas la hagan líder de Unidas Podemos, tras la debacle madrileña.

Si antes el partido estaba en manos de “estrellas del rock”, ahora lo estará en las suyas. Con su gran amiga Montero al otro lado, y como contrapeso frente a la figura cada vez más en alza de Yolanda Díaz. Una tríada de la izquierda para intentar recuperar la gloria de los días pasados. O, quizás, volver a asaltar los cielos.