Los inmigrantes que se hacinan en el CETI de Melilla buscan en el fútbol la forma de distraerse de su realidad. Carecen de documentación, pero algunos sí tienen un carné: el del equipo de fútbol. El CETI compite en la liga de Melilla, aunque al entrenador le resulte complicado hacer las alineaciones con tanta gente entrando y saliendo. Este sábado jugaban contra la Legión y ganaron 4 a 0.
El del CETI, no es un equipo cualquiera. Es verdad que le faltan cosas -no pueden permitirse tener equipamiento-, pero también que tienen muchas otras. Entre ellos hay incluso jugadores con experiencia internacional y muy ambiciosos. "En Guinea Konacry jugaba al fútbol profesional", dice uno de los integrantes del equipo.
El delegado de campo está siempre pendiente de todo. Llegó a Melilla huyendo de Marruecos: "Soy homosexual y por eso tengo muchos problemas con la policía de Nador".
Pero como pasa en tantos y tantos equipos, lo mejor del CETI es su afición. En ella está Bakop, camerunés y de 19 años. Saltó la valla hace dos semanas. Su vida es el fútbol, pero de momento no puede jugar. "No tengo botas porque no tengo dinero", reconoce. Así que, mientras, retransmite los partidos. Se fue de Camerún persiguiendo la estela de su ídolo, Samuel Eto'o. Sabe que no es fácil, pero tampoco lo fue llegar hasta aquí.
Ahora desde la grada ve a lo lejos el Gurugú: el monte en el que sobrevivió tres años. Y espera ansioso el día en el que pueda cantar victoria.