Impulsora de importantes iniciativas sociales y culturales, solidaria ante dramas cotidianos y grandes tragedias humanitarias, la Reina, que cumple 75 años, ha reafirmado en los últimos tiempos su valor como factor de cohesión para hacer visible la unidad de su familia ante las adversidades.

Tras la imputación de Iñaki Urdangarin en el caso Nóos y el controvertido viaje del Rey a Botsuana, doña Sofía se ha esforzado, en ejercicio de su condición de madre y abuela, en propiciar ocasiones para mostrar públicamente esa imagen, con gestos como la visita a la infanta Cristina en Washington y las imágenes, en Madrid y Palma, con sus ocho nietos, sus hijas y doña Letizia.

La dedicación a la familia ha sido siempre una de sus grandes pasiones, junto a la determinación por "ser útil a España", que ha hecho patente no sólo en innumerables actividades oficiales en representación de la Corona, sino también con proyectos impulsados personalmente a través de la fundación que lleva su nombre, constituida en 1977 gracias a un pequeño capital aportado por ella.

Proyectos de cooperación, educativos y sanitarios
Durante los últimos 20 años, al frente de la Fundación Reina Sofía, ha promovido proyectos educativos, sanitarios y humanitarios para ayudar a niños, mayores, inmigrantes y discapacitados en Iberoamérica, África y Oriente Próximo, pero también en España, donde, en los últimos años, ha ofrecido un creciente apoyo a los más desfavorecidos por la crisis económica.

En los numerosos viajes de cooperación con los que ha recorrido 34 países en 17 años, la Reina ha ofrecido consuelo y esperanza a todo tipo de víctimas de catástrofes, maltratos, enfermedades y situaciones de extrema necesidad, tanto con su apoyo directo a iniciativas concretas de ayuda como con palabras y gestos personales de solidaridad.

En uno de esos viajes descubrió al entonces desconocido economista bangladeshí Mohamed Yunus y se interesó enseguida por su innovador método para combatir la pobreza, familia a familia, con préstamos de muy pequeña cuantía, de modo que en pocos años se convirtió en la principal embajadora mundial del sistema de microcréditos, una idea que a Yunus le valió el Premio Nobel de la Paz.

Además de su labor de cooperación internacional, que desarrolla junto a la ONU y distintas ONG en ámbitos como la defensa de los derechos del niño y la mujer, no ha dejado de mantener una intensa actividad solidaria dentro de España, reforzada a raíz de la crisis económica, que abarca desde la lucha contra la drogadicción hasta el apoyo a discapacitados y afectados por dolencias neurodegenerativas.

A su implicación directa en esta última causa se debe el nacimiento del Proyecto Alzheimer, una de las prioridades de la fundación que lleva su nombre, que desarrolla la mayor parte de sus trabajos de prevención, investigación y tratamiento de pacientes desde un centro abierto en Madrid en 2007, donde se han llevado a cabo una treintena de proyectos, nacionales e internacionales.

Todo ello sin olvidar su trabajo de fomento de la cultura, alentado por el gran interés que siempre ha mostrado en el arte, la música, la poesía y la arqueología, al que se suma asimismo su afición por el deporte, en especial la vela, que comparte con el Rey y con sus hijos y que la llevó a participar como suplente en el equipo olímpico griego de esta disciplina en 1960.

Su gran labor institucional, elogiada por todos, y en el que ha demostrado su prudente inteligencia en momentos clave, como el 23-F, y su cercanía a los que más sufren, víctimas de atentados, accidentes o desastres naturales, han acercado a doña Sofía al corazón de la sociedad.