La música se ha impuesto al silencio que se vivió durante uno de los genocidios más grandes de la historia. 25 años después, Ruanda sigue llorando a sus muertos y hoy, les rinden homenaje.

Son los nacidos después de la masacre. En sus manos, el futuro, y los líderes del país, reciben la antorcha para encender una llama del recuerdo que no se apagará en 100 días, los mismos que duró la brutal masacre.

Alice es una superviviente. Aún recuerda cómo casi pierde la vida al intentar salvar a su bebé. Lo asesinaron los hutus delante de ella. "Me cortaron la mano y la cara y me golpearon la cabeza con una azada agrícola. Atravesaron mi pecho con una lanza y me dejaron morir"

Unicef estima que de los más de 800.000 asesinados, más de 300.000 eran niños. Tras la operación de limpieza ética más rápida de la historia, vino, la soledad.

Hoy el país, baila, sonríe, quiere lanzar un mensaje de optimismo a las generaciones futuras. Pero el pueblo no olvida porque durante más de tres meses, el infierno tomó Ruanda.

Los cadáveres de las víctimas siguen aún apareciendo más de 20 años después. Solo el año pasado localizaron más de 80.000. Ahora, sus cuerpos descansarán por fin en el Monumento al Genocidio que intenta devolver la dignidad a los muertos de un país que todavía quedan heridas por cerrar. Víctimas de un genocidio, imposible de olvidar.