Hace unos días atracaron a un joven, y no solo le quitaron el teléfono. “Una noche iba caminando solo y unos hombres me atacaron. Tenían un cuchillo, me quitaron el móvil y empezaron a cortarme el pelo”, asegura.
No es el único al que le han arrebatado sus rastas. El peinado se ha puesto de moda en Sudáfrica y no todos quieren esperar el tiempo necesario para hacérselas. Los más impacientes las quieren ya y están dispuestos a pagar por ellas.
Las bandas de Johannesburgo son rápidas y no especialmente cuidadosas. Utilizan tijeras, cuchillos o trozos de vidrio. Quien quiera un look rastafari instantáneo solo tiene que comprar las rastas en el mercado negro y ponérselas como si fueran extensiones. Cada una cuesta entre 20 y 170 euros.
“Las rastas son algo más espiritual. Coger pelo de alguien y ponértelo en la cabeza es desagradable”, asegura un peluquero suadfricanoDice que le horroriza pensar en que alguien pudiera cortarle la melena así que por si acaso él nunca compra rastas de origen desconocido. P
ero en el mercado negro sí que se vende, y mucho. Tanto que la noticia ha llegado a Jamaica, donde han avisado a sus ciudadanos con rastas de que si quieren hacer turismo en Sudáfrica eviten llevar el pelo suelto.