Lula da Silva lleva un año en prisión por corrupción y lavado de dinero. El Tribunal Superior de Justicia rebajaba su pena de 12 a 8 años y 10 meses. La rebaja no convence al expresidente de Brasil, que pide la absolución y niega cualquier delito.

"Hubiera sido más fácil si yo hubiera muerto. He vivido 73 años. Podría haber muerto y haber dejado vivir a mi nieto", ha dicho. Además, ha añadido: "Quiero probar mi inocencia. Me voy a dormir todos los días con la conciencia limpia".

Además, Lula da Silva ha asegurado que Brasil está siendo gobernado por un "puñado de locos" y que la elite brasileña debería hacer autocrítica después de la elección del actual presidente del país, Jair Bolsonaro.

"Hay que hacer autocrítica. Lo que no puede ser es que este país esté gobernado por esta banda de locos. Brasil no lo merece y, sobre todo, su pueblo no se lo merece", ha aseverado.