"Le encontraremos y le castigaremos. Por traición y por traición a sus hermanos, hermanos con los que sirvió". Así, sin decir directamente su nombre, se refirieron militares rusos en televisión a la orden directa para matar a Maxim Kuzmínov, el piloto ruso que el pasado agosto desertó a Ucrania y cuyo cuerpo fue encontrado acribillado a tiros en la localidad alicantina de Villajoyosa el pasado 13 de febrero.
Quienes hablaban a cámara, ocultando su rostro, eran militares de las fuerzas especiales rusas, que proclamaban en la televisión pública rusa en octubre, dos meses después de que Kuzmínov desertara, que darle caza era cuestión de tiempo: "Él no volverá [a Rusia] para ser juzgado, no creo. Él no sobrevivirá".
"Pase lo que pase, le castigaremos por tales actos", apostillaba otro soldado. Consideraban que la traición de Kuzmínov era imperdonable: "¿Cómo puedes dejar pasar algo así? No podemos dejar pasar esto", aseveraron.
El expresidente ruso Dmitri Medvédev, actual vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlin, aseguró hace unos días en un encuentro con periodistas que Kuzmínov ha tenido lo que se merecía. "A un perro se le mata como un perro", sentenció.
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El joven, de 28 años, apareció muerto en Villajoyosa hace solo nueve días, pero su identidad no trascendió hasta esta misma semana. La Guardia Civil investigaba lo ocurrido como un ajuste de cuentas, ya que la víctima recibió en la rampa del garaje de una urbanización la localidad media docena de impactos de bala y, según testigos presenciales, posteriormente el vehículo en el que huyeron los asesinos pasó por encima de él.