Firme y rígido, tan forzado como su sonrisa, Bolsonaro comparece junto a Lili Ferraz, un famoso maquillador gay en Brasil.

La artificial risa de Bolsonaro desaparece cuando Lili le toca. No parece gustarle pero todo sea por hacerse con el voto gay en la segunda vuelta. En su palabras ya no hay rastro de la homofobia que ha mostrado tantas y tantas veces. Este es el nuevo -y mejorado- Bolsonaro.

"La opción (sexual) de cada uno interesa sólo a cada uno. El Estado no tiene que intervenir en esa área", comenta. Ahora, no le conviene repetir que preferiría un hijo muerto a un hijo gay. "Me van a disculpar. Para mí es casi como una muerte", aseguraba.

El favorito a ganar las presidenciales en Brasil asegura que el número de gays se ha disparado en las últimas décadas. Cuando él era joven, dice, había menos homosexuales porque había menos drogas y las mujeres no trabajaban fuera de casa. Ahora Bolsonaro se desdice, cuando está a un paso de lograr la presidencia del país.