Cuesta aguantar el discurso xenófobo, cuesta cuando es tan constante y cuesta aún más cuando lo vomitan a un metro de ti. El ministro socialista de Exteriores e Inmigración de Luxemburgo le ha dicho 'basta' al ministro de Interior italiano Salvini.

"En Italia tenemos la exigencia de ayudar a nuestros hijos a tener otros, no a tener esclavos para reemplazar a los hijos que no tenemos". afirma Salvini. Habla de esclavos por migrantes y el luxemburgués empieza a 'convulsionar'. "Vamos, vamos, vamos", se le escucha decir.

Salvini, lejos de parar, ahonda en la provocación, sonrisa incluida y se desata el enfrentamiento. "Si en Luxemburgo necesitáis la inmigración, yo prefiero una Italia para los italianos", señala.

"En Luxemburgo, querido señor...", le interrumpe el ministro de Exteriores luxemburgués, a lo que Salvini responde: "Yo no lo he interrumpido, si me deja hablar por favor".

"En Luxemburgo, querido señor, tuvimos decenas de miles de italianos que vinieron a trabajar, como inmigrantes, porque en Italia no teníais dinero para vuestros hijos. ¡A la mierda!", declara el ministro de Luxemburgo y tira los cascos con rabia.

Perdiendo la paciencia y las formas Luxemburgo ha mostrado su hartazgo y el de muchos en la Unión Europea, con un claro mensaje a Salvini: no puede rechazar lo que un día también fueron: migrantes.