A raíz del rebrote de sarampión en diversos países europeos, el Ministerio de Sanidad ha avisado de que es necesario vacunarse contra esta enfermedad, tanto para no contraerla como para no contagiar a otros.

En 2018, se dieron, según la OMS, 82.596 casos en Europa, muchos en países donde estaba erradicado, como son Alemania, Reino Unido o República Checa. En España, donde también se daba por erradicada la enfermedad, se han registrado 233 casos entre el comienzo del año y el 21 de julio, todo ellos importados o secundarios a estos.

¿Quién tiene que vacunarse?

Niños

La vacuna forma parte de la conocida como 'triple vírica', que actúa a la vez contra el sarampión, rubeola y parotiditis (SRP). En el calendario de vacunaciones actual, se indica que debe administrarse a los niños en dos dosis, a los 12 meses de edad y a los tres años.

Los niños mayores de 12 meses que no la tengan, deberán vacunarse.

Nacidos entre 1970 y 1980 no vacunados o que no hayan tenido el virus

De acuerdo al Ministerio de Sanidad, tienen que vacunarse aquellas personas nacidas entre 1970 y 1980 que no hayan sido vacunadas o que no hayan sufrido la enfermedad. Es importante recordar que es necesario haber recibido las dos dosis, no vale con una.

De formar parte de este grupo, la persona tendrá que recibir ambas dosis con un intervalo de cuatro semanas entre ellas. Los que no hayan recibido la vacuna pero sí hayan sufrido sarampión no necesitarán vacunarse, ya que el propio organismo produce anticuerpos de defensa al sufrirlo.

¿Cómo es la vacuna?

- Dónde se suministra: pediatra o médico de cabecera, farmacias

- Coste: gratuita por la Seguridad Social

La vacuna se recibe en forma de pinchazo en dos dosis. De acuerdo al calendario de vacunaciones, los niños la reciben a los 12 meses (primera dosis) y a los tres años (segunda dosis). En el caso de los adultos, deben pasar únicamente cuatro semanas entre las dosis.

La Triple Vírica está financiada por la Seguridad Social, por lo que no supone ningún coste para la persona. La vacuna es suministrada en centros de salud, por parte de pediatras y médicos de cabecera. No obstante, también puede obtenerse en una farmacia y acudir a un centro privado donde pueda ser puesta por un profesional.

¿Por qué hay que vacunarse?

Sufrimiento innecesario

La principal razón por la que existe la vacuna es para evitar padecer la enfermedad. El virus del sarampión es se presenta inicialmente en forma de fiebre alta de hasta 40 grados, que dura hasta una semana, congestión, tos y ojos llorosos y rojos. Después, se deja ver en forma de exantema, una erupción cutánea o sarpullido.

Puede tener complicaciones

Entre las complicaciones más graves se encuentran, según la OMS, la ceguera, la encefalitis (infección acompañada de edema cerebral), la diarrea grave (puede provocar deshidratación), las infecciones de oído y las infecciones respiratorias graves, como es el caso de la neumonía.

Entre las poblaciones de riesgo destacan los niños y las embarazadas no vacunadas, así como las personas con un sistema inmunitario debilitado por enfermedades como el VIH/SIDA o por la malnutrición. Se estima que uno de cada 1.000 adultos puede sufrir algún tipo de complicación neurológica.

Es una enfermedad muy contagiosa

El sarampión es muy contagioso, por lo que se recomienda la vacuna, también, para prevenir que se propague. El contagio se produce a través del aire, a través de los estornudos o de la tos. También por el contacto personal íntimo o el contacto directo con secreciones nasales o faríngeas infectadas.

El virus permanece activo y contagioso durante periodos de hasta dos horas desde que se extendió en el aire, y puede ser transmitido por alguien infectado desde cuatro días antes hasta cuatro días después de la aparición del exantema.

Por eso, es fácil que haya un gran contagio entre niños no vacunados en lugares como colegios y entre adultos en ambientes cerrados.

¿Existe algún riesgo al vacunarse?

No, la vacuna es segura. El único riesgo es no vacunarse, porque la persona puede ser contagiada.

Puede pensarse que, al introducir el virus en el organismo, este puede traer algún tipo de problema al individuo. Esta idea es falsa, ya que los 'argumentos' antivacunas que defienden que resultan tóxicas, generan alergias o causan autismo son falacias sin ningún tipo de fundamento científico.

De hecho, la OMS ha negado en múltiples ocasiones este tipo de declaraciones y ha asegurado que las vacunas no suponen riesgos. En esta línea, ha desmontado el mito de que la vacuna contra el sarampión provoca panencefalitis esclerosante subaguda (PES).